De política y cosas peores / Prohibición

Doña Burcelaga fue a confesarse con el Padre Arsilio. Le contó: "-Ayer me agaché para sacar un refresco del refrigerador. Al verme en esa posición mi marido Salacino se lanzó sobre mí y me hizo el amor apasionadamente. ¿Nos sacará usted de la iglesia por eso, Padre?". "-Claro que no, hija mía -respondió el buen sacerdote-. ¿Por qué piensas que los voy a sacar?". Responde doña Burcelaga: "-Porque del súper sí nos sacaron"... En la reunión de amigos todos se quejaban del ligerísimo sueño que tenían sus respectivas esposas. Cuando ellos llegaban tarde a casa, por más que se esforzaban en no hacer ruido las señoras se despertaban, y se les armaba la gorda. Dice Babalucas: "-Los compadezco, amigos. Mi esposa, en cambio, tiene el sueño muy profundo. Nada menos la otra noche me fui de parranda. Le dije a mi señora que iba a trabajar hasta tarde en la oficina, que no llegaría antes de las 3 de la mañana. La parranda terminó pronto, de modo que llegué a mi casa a la 1. Subí de puntillas la escalera, para no despertarla. Al entrar en la recámara un sujeto saltó por la ventana y se dio en el suelo un tremendo batacazo. ¡Y mi señora no se despertó!"... Dulcilí, muchacha ingenua y candorosa, le comentó a su compañera de oficina: "-Me daban unos dolores de cabeza muy fuertes, y consulté el caso con amigo mío, pasante de Medicina. Él me dijo que podía curarme haciéndome una serie de trepanaciones. Me está haciendo una cada semana, y los dolores han desaparecido". "-¡Dulcilí! -se espantó la otra-. ¡Una trepanación es sumamente peligrosa! ¡Esa operación sólo la hacen los neurocirujanos!". Declaró Dulcilí: "-Las trepanaciones que me hace mi amigo no son peligrosas. Nada más se me trepa"... La esposa de don Blandicio les dijo a sus amigas: "-Estoy tomando clases de pintura. Pinté a mi marido en la recámara". "-¿Eso quiere decir que estás pintando retrato?" -pregunta una de las amigas. "-No -responde la señora-. Naturaleza muerta"... Un sujeto llegó a la granja de don Poseidón hecho una furia, y llamó con grandes golpes a la puerta de la casa. Salió la hija menor del granjero. Le preguntó el iracundo visitante: "-¿Está tu papá?". Respondió la chiquilla: "-No se encuentra. Pero si viene usted a alquilar nuestro toro semental, el costo es de 500 pesos". "-No vengo por el toro, niña" -respondió con impaciencia el tipo. "-Entonces le interesa nuestro...

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