DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Los grandotes

AutorCatón

Un señor llegó a su casa a altas horas de la noche. Fue a la recámara, se desvistió y se metió en la cama. Seguidamente acercó su cuerpo al de su esposa con intenciones evidentemente eróticas. Le dice ella: "Perdóname, querido. Hoy no tengo ganas". "¡Caramba! -exclama con impaciencia el tipo- ¿Pues qué les pasa a todas esta noche?"... Stan Islavski, actor teatral de fama, fue en su juventud un gran amante. Se decía que había estrenado más mujeres que obras, y eso que su repertorio era vastísimo: abarcaba desde Esquilo hasta Ionesco. Es explicable, entonces, lo que le sucedió una noche. Con ayuda de su valet se estaba maquillando para representar El tío Vania cuando de pronto irrumpió en su camerino un joven de expresión patética que le dijo con honda desesperación: "¡Soy tu hijo! Sedujiste a mi madre; la abandonaste luego, y aunque supiste que había tenido al fruto de tu amorío infame jamás te importó ella, ni te importé yo. Pasamos hambre; mi pobre madre tuvo que prostituirse para que yo no feneciera de hambre; yo hube de trabajar en la calle desde los 7 años, pues aquella santa mujer desfalleció y murió víctima de la tuberculosis. Después...". "¡No sigas más! -lo interrumpió Islavski con dramático acento (el mismo de Talma en Bajazet)-. ¡Ahora mismo te compensaré por esa vida de abandono y sufrimientos!". Y volviéndose a su valet le ordenó con majestuoso y munífico ademán: "¡Dale al muchacho un pase para la función!"... Creo que en buena parte la culpa de la recesión en que ahora se debate el mundo -y también El Moquetito, Tamaulipas- se debe a los grandotes. Me refiero a los grandes bancos; a las enormes empresas financieras; a los gigantes de la industria, a todos los hombres e instituciones que se olvidaron de la gente pequeña, o se acordaron de ella sólo para utilizarla como su instrumento. La General Motors, por ejemplo, se aferró a lo grandote. No supo leer los signos de los tiempos, y siguió fabricando...

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