Los poderes revelatorios de la literatura

AutorGilda Waldman M.

En una época caracterizada por la amnesia histórica, resulta importante destacar el interés creciente por reflexionar, de nueva cuenta, en torno al nazismo y

su figura inspiradora, Adolf Hitler. Ciertamente, desde fines de la Segunda Guerra Mundial, el tema del nazismo ha sido ampliamente estudiado por historiadores y científicos sociales de diferentes generaciones y convicciones políticas. En los últimos Años, de manera coincidente

con la mayor perspectiva histórica que otorga la distancia temporal, la investigación ha alcanzado fundamentos aún más amplios y sólidos a partir del acceso a nuevas fuentes de información provenientes de los archivos abiertos en Europa del Este después de 1989. En la actualidad, la incesante publicación de ensayos, investigaciones históricas, ediciones monográficas de numerosas revistas y varias biografías recientes sobre la élite política del nazismo evidencian la inquietud que este fenómeno histórico continúa provocando. Más de medio siglo después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, el nazismo pareciera ser un espectro que continúa rondando al mundo, asociado al nombre de un individuo y a las páginas más inconcebibles e inenarrables de la historia occidental.

En líneas generales, las grandes líneas de interpretación han atribuido a diversas causas el ascenso y triunfo del nazismo en Alemania. Algunas han insistido en la debilidad política de la República de Weimar; otras se han centrado en la depresión económica de 1929-33 que impulsó a la gran empresa a buscar una solución dictatorial para el problema del desempleo masivo y el hundimiento de la industria. Ciertas tendencias historiográficas han calificado a estos enfoques como carentes de perspectivas, buscando las causas del nazismo en la evolución a largo plazo de la sociedad y la política alemanas desde mediados del Siglo 19, y otras ha subrayado el poder carismático del líder del movimiento nazi y su voluntad política para la consecución del poder dictatorial y el logro de sus objetivos posteriores: el rearme, la guerra, y la aniquilación de los judíos. En todos los casos, subyace una interrogante: ¿cómo una figura relativamente marginal y bizarra como Hitler pudo imponerse en un país culto y trabajador como Alemania? ¿Por qué este país, después de largas pero confusas reticencias, se subyugó ante Hitler y su movimiento milenarista siguiéndolo hasta lo que fue su destrucción? ¿Por qué una figura mediocre, paranoica y narcisista pudo llegar a tener a medio mundo a sus pies? ¿Qué circunstancias increíbles hicieron posible que un frustrado artista austriaco, transformado más tarde en un político popular pero desacreditado, inspirara al pueblo alemán hasta quebrar el tejido de la civilización occidental y cometer el mayor crimen de la humanidad?

A estas interrogantes en torno a las raíces psicológicas o patológicas del nazismo se intentó responder desde el psicoanálisis y el marxismo, entre otras perspectivas. Así, por ejemplo, Erich Fromm, en su libro El miedo a la libertad publicado en 1941, analizaba a Hitler como aquella figura que recogía en su personalidad los más bajos anhelos de la sociedad alemana, insatisfecha a causa de las sucesivas derrotas acaecidas en los frentes político, militar y económico. Hitler habría sido, desde...

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