El poder de lo lejano

AutorAnaline Cedillo

ENVIADA

PARQUE NACIONAL ISLAS GALÁPAGOS, Ecuador.- En sólo cinco semanas la naturaleza prodigiosa del archipiélago ecuatoriano hechizó a Charles Darwin y lo puso en el camino hacia su teoría de la evolución.

A muchísimos años de aquella travesía realizada en 1835, los viajeros siguen fascinándose con el estado prístino en el que se conservan las Islas Galápagos, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1978.

Bañadas por el Pacífico, las islas se localizan a poco menos de mil kilómetros del Continente Americano, donde el paso de las corrientes de Humboldt y Panamá y la actividad volcánica, en conjunto con otros factores, han sido elementos clave para el desarrollo de especies endémicas.

Los exploradores contemporáneos llegan a bordo de cruceros o bien hacen island hopping, una forma de turismo más económica que consiste en hospedarse en alguna de las islas habitadas (como San Cristóbal o Santa Cruz) y cada día contratar excusiones guiadas; por reglamento, toda embarcación debe salir con un guía naturalista autorizado por el Parque Nacional Galápagos.

¡LISTOS!

Tras pasar la mañana en la playa de la Bahía Gardner, en la Isla Española, y luego sumergidos en las aguas del Pacífico en busca de lobos marinos con quien nadar, el grupo vuelve al Silver Galápagos para el almuerzo.

Un regaderazo, una siesta reparadora o un momento de lectura en el balcón privado del camarote y están listos para aventurarse a otra parte de la Española: Punta Suárez, donde habita una colonia de albatros de Galápagos (Phoebastria irrorata), endémicos, también conocidos como albatros ondulados.

Su temporada de apareamiento, alumbramiento y crianza comenzó en abril y durará hasta principios de diciembre. Es cuando se ven en la isla.

El grupo baja de la lancha inflable junto a un montón de rocas donde se camufla un grupo de lobos marinos. La mayoría descansa, menos el macho alfa, quien por algunos momentos decide cuidar su territorio y se acerca decidido a los visitantes.

Cuando se logra un acuerdo amistoso con el imponente guardián, los viajeros avanzan por el sendero de Punta Suárez que mide unos mil 670 metros y se recorre aproximadamente en dos horas.

Los días de exploración ya les han enseñado a poner atención a los detalles y no son pocos quienes han encontrado su nuevo animal favorito. Julie Lindell, una neoyorquina de 19 años que viaja con su madre, Marie, está obsesionada con las iguanas marinas (Amblyrhynchus cristatus), su apariencia de pequeños...

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