Poder: una aproximación

(Embargada para sitios en internet hasta las 24:00 horas locales)Arnoldo KrausMédicoEL UNIVERSALAi Weiwei es un artista plástico de origen chino. Su obra es conocida y apreciada en todo el mundo. Basta decir que él fue uno de los tres diseñadores del Estadio Olímpico en Pekín. Weiwei decidió no acudir a la inauguración de la Olimpiada porque "es la misma propaganda de siempre".Los Juegos Olímpicos en China se realizaron en 2008. Disidente desde años atrás, la postura pública del artista frente a las autoridades de su país, engalanadas, y seguramente más sordas que de costumbre, atizaron el odio contra él. En abril 2011 fue encarcelado durante 81 días, según la versión de las autoridades de su país, por negarse a pagar impuestos. Ese mismo año, la inquina china fomentó la solidaridad mundial hacia el artista. En 2011, la prestigiosa revista Art Review, le otorgó a Weiwei el primer lugar, por considerarlo el artista más influyente del año. Cuento lo de Ai Weiwei para hablar (mal) acerca del poder y para vincularlo, párrafos abajo, con la historia de Erich Mühsam.Hace poco tiempo leí, en una entrevista que se le hizo al artista chino respecto a su encarcelamiento, la siguiente historia. "El mismo día que me detuvieron, cuenta Weiwei, cogieron al portero del estudio que había viajado a su provincia a visitar la tumba de sus antepasados, y le hicieron volver en avión sólo para hacerle una pregunta: '¿Conoces el jazmín (en referencia a las revueltas populares árabes)?'. El portero -un hombre honesto que ha estado conmigo 12 años- pensó despacio y dijo: 'Sí, sé sobre el jazmín'. Todos se pusieron muy excitados y respondieron: 'Dinos, dinos'. Y él contestó desde el fondo de su corazón: 'El jazmín es una bonita flor'". Cuento la historia del portero para narrar, renglones abajo, la historia del chimpancé que arropó a Mühsam.Erich Mühsam fue un anarquista y poeta alemán de origen judío. Cuando Hitler empezaba a ganar fuerza, Mühsam lo satirizaba y condenaba en diferentes medios. En 1933 fue detenido y encarcelado. A guisa de ejercicio -recién empezaba el nacionalsocialismo- los torturadores decidieron meter en su celda a un chimpancé que habían robado del laboratorio de un científico también detenido. Como parte de su entrenamiento y de la maldad de la empresa, los soldados nazis esperaban que el simio atacase a Mühsam, cuyo aspecto, según narran los historiadores, era lamentable. Para...

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