En plenitud

AutorFrancisco Morales V.

MÉXICO.- Isaac Hernández no puede quitarle los ojos de encima al Bosque de Chapultepec, que se extiende, imponente y frondoso, casi tanto como abarca la vista desde el ventanal de la suite de lujo en la que se hospeda.

Con la serenidad de quien se sabe realizado y pleno, se apresura a comentar el paisaje con cualquiera que entra a su cuarto: "Es como de Vittorio Storaro", dice, en referencia al director de fotografía italiano que bien pudo iluminar, con ese cálido naranja del atardecer, a las copas de los árboles que se miran desde las alturas.

Más allá de la vista y la hora, Hernández, destacado practicante de una profesión que es, a partes iguales, la de un artista y la de un atleta de alto rendimiento, exhibe una calma difícil de compaginar con el despliegue escénico, enérgico y contundente, por el que se le reconoce internacionalmente.

A pocos días de cumplir 32 años (en una entrevista llevada a cabo el pasado abril en la Ciudad de México), al bailarín principal del Ballet Nacional de Inglaterra se le mira, desde luego, con la vitalidad propia de su arte, pero también con la templanza de la experiencia.

El día anterior, en una conferencia de prensa para anunciar su gala internacional de estrellas, Despertares, hizo una declaración que dejó fríos a muchos: "Si tengo suerte y las cosas salen bien, tengo 6 años de buen ballet en el escenario y quiero aprovecharlo".

Ahora ríe un poco por la conmoción causada, pero no se arredra.

"Lo dije ayer y probablemente me lo van a recordar dentro de 6 años cuando quiera seguir bailando al máximo nivel, pero siento que quiero aprovechar este momento, que es la plenitud del bailarín clásico, de los 30 a los 38 años y, entonces, quiero bailar para mi público en mi mejor momento", redobla.

No se trata, explica, de una apreciación meramente personal, o subjetiva, sino de un camino que ya ha sido trazado por otros grandes de la danza.

"Se ha visto en las diferentes carreras de los bailarines más emblemáticos cómo llegas a una madurez física, una madurez técnica, una madurez artística, donde cada vez que entras al escenario, entras con cierta tranquilidad, cierto dominio, que te permite crear algo especial", explica.

Hay una mística, y una buena historia, que acompaña a Isaac Hernández a cada escenario que pisa: la del niño que comenzó su entrenamiento a los ocho años, en el patio de su casa en Guadalajara, bajo la tutela de sus padres, los bailarines Héctor Hernández y Laura Fernández.

Siempre hay algo de...

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