Plaza Pública / ¡Gooool!

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

El Presidente Fox, su esposa y el candidato Felipe Calderón se quedaron vestidos y alborotados. Fingieron ser aficionados al futbol, se ataviaron con la camiseta verde (suponemos que la oficial, que costaba mil pesos cada una, y no piratas de menor costo) y se dispusieron a obtener beneficio electoral por su presunta identificación con el público que por millones vio desinflarse la expectativa artificialmente creada de que, "ahora sí", México participaría en la ronda de cuartos de final de la Copa del Mundo, lo que nunca ha logrado, salvo cuando ese campeonato se jugó en México, en 1970 y 1986.

El Presidente Fox no se apasiona con el futbol. De hacerlo, se creería que absorto en el camino del equipo mexicano hacia Alemania habría dejado de ver el dictamen que le hizo llegar la Secretaría de Comunicaciones y Transportes el martes 4 de abril pasado sobre la reforma a las leyes de radio y televisión y de telecomunicaciones, consumada seis días atrás en el Senado de la República. Pero no, no era la pasión futbolera la que distrajo al Ejecutivo Federal. En la primera semana de abril se dedicaba al propósito en que se embebió en los meses recientes, por lo menos desde agosto pasado, hace casi un año: hacerse propaganda a sí mismo, como si fuera candidato, y después a promover la candidatura de su partido. En esa semana, mientras la SCT le hacía importantes advertencias sobre una reforma legal que había provocado importantes y ásperas discusiones, el Presidente fue dos veces a Tabasco, donde manifestó su acuerdo con el dicho del gobernador madracista en esa entidad, sobre la distancia que hay "de tabasqueños a tabasqueños", obvia referencia peyorativa a Andrés Manuel López Obrador, cuya imagen se había propuesto deteriorar la campaña foxista.

Empeñado en realizar esa propaganda, en promover a Calderón y frenar a López Obrador, el Presidente Fox ha desatendido el cumplimiento de sus deberes. Por eso el panorama nacional está lleno de focos rojos, de asuntos conflictivos. Ocupadas la Procuraduría General de la República y la Secretaría de Seguridad Pública en practicar la represión política, son incapaces de frenar a la criminalidad cada vez más desafiante. La decapitación de agentes policiacos en entidades diversas y distantes es el reto más reciente de la delincuencia organizada. Todo lo demás que surge de esas dependencias son conjeturas y excusas. Pero ni siquiera se castiga a los agentes de la Policía Federal Preventiva que participaron en la...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR