PLAZA PÚBLICA / Veinte años del IFE

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

A última hora, el presidente Felipe Calderón canceló su participación en el Foro sobre democracia latinoamericana, uno de los actos con que el Instituto Federal Electoral festeja sus 20 años de edad. No se explicó la causa de la súbita decisión. No faltaron por eso conjeturas. La más inmediata era que, con miles de electricistas en la calle (en el doble sentido de la expresión) el Ejecutivo quedaría expuesto a algún incidente con miembros del SME que le reprochan, un año después como el primer día, la extinción de su fuente de trabajo.

El cerco de seguridad que rodea a Calderón, y se estrecha en ocasiones particulares como la de ayer, le aseguraría su libre acceso sin molestias al Palacio de Minería. Por tal motivo me parece que fue otra la razón de la ausencia presidencial. Quizá lo movió a cancelar su asistencia, ya comprometida, el no convalidar a la autoridad que hace apenas unas semanas lo declaró infractor a la ley, aunque haya admitido su incapacidad para sancionarlo. El Presidente no acaba de asimilar el hecho, tanto que en su conversación radiofónica reciente con Salvador Camarena en W Radio se quejó de que se quiera silenciar al Estado, cuando lo que hizo el IFE fue considerar que el Ejecutivo -que no equivale al Estado- infringió la ley al emitir mensajes propagandísticos en vísperas de las elecciones estatales de julio pasado. Calderón reclama su libertad de expresión como si fuera un particular y no el titular de un poder de la Federación que tiene amplias posibilidades de hacerse escuchar y deberes para hacerse oír. En el IFE está asimismo presente ese episodio. Aludió a él Marco Antonio Gómez Alcántar, uno de los tres consejeros que terminan con este mes su gestión de siete años, en la porción matutina del festejo de ayer, en la sede del Consejo General del Instituto, donde se reunió buena parte de la historia del IFE, encarnada en muchos de sus protagonistas, uno de los cuales fue el propio Calderón como representante del PAN.

Si aquel fue el móvil para plantar al órgano electoral en su festejo, puso en relieve uno de los delicados asuntos que el IFE tiene delante de sí al cumplir 20 años. En una de las varias paradojas que afronta, dispone de capacidades para determinar si la conducta presidencial cuadra con la ley en la materia que le toca administrar y al mismo tiempo carece de los instrumentos para sancionar al infractor. En esa contradicción se sintetiza parte del curso legal y práctico del IFE en sus dos décadas...

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