Plaza Pública / Tijuana: la muerte tiene permiso

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Tal vez el Embajador Antonio Garza deba hacer un reclamo al Gobierno mexicano sobre la inseguridad creciente en Baja California, en Tijuana particularmente, para provocar una reacción por lo menos visible, si no eficaz, contra el crimen organizado. Cuando llamó la atención gubernamental sobre Nuevo Laredo, el año pasado, y sobre Oaxaca, hace unas semanas, de inmediato se produjo una reacción que no había sido suscitada por la exigencia de los ciudadanos. Se atenuaría de ese modo la falla de un pronóstico hecho por el Presidente Fox al comenzar su Gobierno: "Estoy seguro de que en un término de seis meses debemos limpiar Tijuana".

El domingo pasado concluyó en Mexicali una muestra de aquella demanda de la gente. Dieciséis días después de partir desde San Quintín, más allá de Ensenada, y tras recorrer 476 kilómetros, llegó a la capital de Baja California una caravana que lo mismo era identificada como Marcha ciudadana por la paz que como Marcha por las víctimas de la inseguridad. Organizada por el Consejo Ciudadano de Seguridad Pública, encabezado por Alberto Capella Ibarra, cientos de personas cruzaron la porción septentrional de la península para hacerse oír por las autoridades. Pero hubo algunas que también quisieron ser escuchadas: En La Rumorosa, agentes ministeriales amenazaron a los caminantes y en otro punto del recorrido el subsecretario de Gobierno estatal Macario González alcanzó al desfile ciudadano e increpó a sus integrantes. En contraste, el Gobernador Eugenio Elorduy y su Procurador de Justicia, panistas, así como el Alcalde capitalino, priista, se unieron a la marcha en su porción final, quién sabe si para mostrar solidaridad con los deudos de las víctimas (que constituían buena parte de la caravana) o para soslayar que la acción ciudadana era un reclamo a sus omisiones.

En el kilómetro 70 de la carretera Tecate-Mexicali, la marcha inauguró, con una ofrenda en el día de los fieles difuntos, un altar permanente, que consigna los nombres de las víctimas de la violencia criminal que se ha enseñoreado en aquella entidad. En lo que va del año ha habido más de 150 secuestros y, mientras la protesta recorría los caminos, se cruzó la línea de los 300 ejecutados. A veces los crímenes se cometen a la luz del día, como el del 31 de octubre, en que perdió la vida la dueña de una estética en Tijuana, asesinada por su parentesco con Miguel Díez Castillo, apodado El Buda, a quien se imputa el pitazo que permitió la captura de Francisco...

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