Plaza Pública/ La sucesión de don Samuel

AutorMiguel Angel Granados Chapa

Mañana hará 40 años de la llegada de don Samuel Ruiz al obispado de San Cristóbal de las Casas, de todo Chiapas entonces. El 25 de enero de 1960 fue consagrado en misa concelebrada por don Manuel Martín del Campo, obispo de León (la diócesis de donde provenía, de cuyo seminario era rector), don Luis Solórzano, arzobispo de Yucatán, y don Lucio Torreblanca, el obispo saliente que había sido trasladado a Durango. Pero, en rigor, su consagración ocurrió cuando comenzó su identificación con los indígenas, con el sufrimiento que padecían, con su resignación.

Satanizado al cabo de cuatro décadas, como si las hubiera dedicado a soliviantar a los pobres, miembros de las comunidades originarias, se olvida el historial eclesiástico de don Samuel, que dista de ser el torvo agitador retratado por sus enemigos. A reserva de volver al tema cuando sea sustituido en su obispado, lo que podría ocurrir de un momento a otro, expongo aquí trazos fulgurantes de su trayecto episcopal. Sigo aquí lo dicho por don Andrés Aubry, que lo conoce bien: Luego de participar en el Concilio Vaticano II (es el único obispo en funciones de cuantos, más de 2 mil, participaron en aquella magna reunión ecuménica), practicó en México el concepto nacido allí, de colegialidad, y fundó la Unión Mutua de Ayuda Episcopal (UMAE), y alentó el desarrollo de la pastoral indígena, que no fue invento suyo para manipular a sus fieles, como creen sus adversarios, sino del señor Torreblanca, que la auspició en todo el país.

En 1968, fue uno de los nueve oradores en la sesión inaugural de la reunión del Episcopado latinoamericano en Medellín, a que asistió el Papa Paulo VI. En ese momento crucial de la Iglesia en este continente, de donde surgió una verdadera carta magna de los derechos sociales, don Samuel habló de la colaboración entre católicos y protestantes. Quienes le reprochan el crecimiento del evangelismo en su diócesis, o se lo enrostran con ánimo burlón, como si fuera un fracaso, ignoran que don Samuel no concibe la cristianización como una batalla por las conciencias, sino como una tarea tan ardua que requiere el concurso de muchos, independientemente de su adscripción institucional.

En los 20 años recientes, reseña Aubry, don Samuel "recibe ráfagas de premios, medallas, distinciones, doctorados honoris causa en varios continentes; logramos identificar 51 en una lista incompleta. Se homenajea su labor a favor de los pobres, su actividad humanitaria, su trabajo con los refugiados, su...

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