PLAZA PÚBLICA / Salinas y el cinismo social

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Acausa de su rompimiento con su heredero Ernesto Zedillo, a quien le jugó la mala pasada de entregarle un país roto económica y políticamente, el ex Presidente Carlos Salinas se vio obligado a suspender su proyecto de gobernar más allá de su propio sexenio. Ese objetivo suponía varios modos de realización. El más obvio era reeditar el maximato callista -en el entendido de que, según la sentencia marxista hay acontecimientos que se viven como tragedia y su reedición como comedia-. No era otro el propósito de designar candidato a Luis Donaldo Colosio, una figura sin existencia propia y con luz y fuerza vicarias, las que le proyectaba el propio Salinas. Cuando éste advirtió tempranamente que acaso Colosio no resultaría dócil como él esperaba, consideró necesario sustituirlo, medida que hizo posible el asesinato del candidato y su reemplazo por otro aspirante inexperto, sin presencia pública y sin apoyos más allá de los que el propio Salinas le brindaba. Otro de los caminos a recorrer para seguir gobernando más allá de 1994 consistía en asegurar el control de un buen número de Estados a través de sus amigos subordinados enviados a gobernar en calidad de virreyes. Y otro más fue consolidar alianzas con intereses financieros y económicos permanentes.

El plan maestro de Salinas debió ser modificado. Su reemplazante en Los Pinos se le enfrentó en diversos planos hasta el punto de que Salinas lo considerara un enemigo al que se debe combatir con rudeza. Varios de los Gobernadores que pretendieron hacer de Aguascalientes, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas y Veracruz remedos minúsculos de la ínsula Barataria, terminaron sus Gobiernos con desprestigio y derrotas políticas. Lo único duradero, al parecer, fue su vínculo con empresarios cuyos intereses quedaron bien salvaguardados, como es el caso prototípico de Ricardo Salinas Pliego, al que se le adjudicaron los bienes del Instituto Mexicano de la Televisión convertido en TV Azteca en condiciones de tan abierta complicidad que la suma a pagar por la privatización se completó con un préstamo surtido por el propio hermano del presidente vendedor, Raúl Salinas de Gortari.

Esos intereses han propiciado el retorno de Salinas primero a México, al cabo de un autoexilio dorado, y luego a los escenarios políticos. En su propósito de retomar un papel decisorio en la vida pública mexicana el ex Presidente contó con una deficiencia del carácter nacional, una suerte de cinismo social que por conveniencia y pereza...

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