Plaza Pública / Rosario Robles

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Dictaminó don Jesús Reyes Heroles que los políticos que suben en elevador bajan en elevador. La fórmula se evidenció en Rosario Robles, aunque su descenso fue más veloz que su camino hacia la cumbre. De la militancia sindical universitaria pasó en 1988 a la electoral, y al año siguiente a la partidaria. En seis años, entre 1994 y 2000, en ese terreno fue una protagonista cuyos bonos iban al alza: diputada federal, eficaz organizadora de campañas electorales, secretaria y jefa de Gobierno. Concluida su gestión en la administración del Distrito Federal, entró en un breve receso. Volvió al activismo formal en pos de la presidencia del PRD, el partido que contribuyó a fundar. Sólo permaneció en el liderazgo partidario 14 meses: los grupos a los que derrotó se rehicieron y la echaron. Vivió todavía después un momento triunfal, que hoy podemos entender como un canto del cisne: su exitosa convocatoria a las mujeres que quieren el poder. Hoy, ella lo ha perdido por completo. Su prestigio está menguado y accedió a irse del partido que presidió. Lo hizo entre tantos enconos, que la juzgarán como si todavía militara en el PRD.

Cometió varios errores. El más reciente, el de peores consecuencias para ella y el PRD fue admitido en su autocrítica, expresada el miércoles pasado: mezcló lo personal con lo político. "Rompí las reglas -dijo- y estoy pagando el precio y el juicio de una visión hipócrita". Al atarse a un titiritero manipulador, que con los hilos de la corrupción manejaba o pretendía manejar a funcionarios que retribuyeran con contratos sus apoyos, quedó presa en una red de la que ni aún en su desgracia ha resuelto romper. En la cresta del escándalo que le arrebató buena parte de su patrimonio político, insistió en beneficiarse de la infraestructura que le ofrece Carlos Ahumada: hace 10 días voló a Morelia en el mismo avión en que el ex jefe delegacional panista, derrotado candidato a diputado federal Luis Eduardo Zuno (pieza también del entramado de Ahumada) fue preso al intentar meter armas de contrabando a México. No eran prestaciones gratuitas las que recibía del dueño del grupo Quart: cometió el error de acompañarlo, y ofrecerle su aval político y personal, en más de una ruin negociación de prebendas en canje de financiamiento.

En otros yerros incurrió Rosario Robles. Cegada por el brillo del dinero en la política, privilegió la presentación de candidatos externos con presunta capacidad para pagarse su campaña, como si de ganar elecciones a...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR