Plaza Pública/ El Rey del tomate

AutorMiguel Angel Granados Chapa

Es ciertamente una lástima que un hombre con el empuje de don Andrés Bermúdez no sea el alcalde de Jerez, como quiso la mayoría de los electores el 1o. de julio. Pero no era legalmente elegible y así lo determinó en última instancia el tribunal electoral federal, cuyas decisiones conviene a todos acatar.

Se diría que, de pronto, el Rey del tomate quedó a la mitad de la nada. Cuando ha resuelto regresar a la tierra en que durante un cuarto de siglo pudo labrar una fortuna, el clima se ha espesado. El momento mismo del retorno, ya no digamos su reincorporación a las tareas habituales, le será dificultoso. Tiene doble nacionalidad, pero paradójicamente hoy no es de aquí ni de allá. Es un extranjero donde nació y donde pació. En California, donde en el pasado prendieron iniciativas xenofóbicas, quizá le hagan sentir su condición de extraño, como parte del clima de hostilidad ante lo diferente que ha desatado la humillación y el agravio del 11 de septiembre. Se trata de Andrés Bermúdez, un mexicano que hizo fortuna en la agricultura cerca de Sacramento, y que al cabo de 25 años volvió a su natal Jerez, en Zacatecas, donde quiso ser alcalde. Ganó los comicios, postulado por el Partido de la Revolución Democrática, que es gobierno en esa entidad. Pero una decisión de las autoridades electorales lo privó de la presidencia municipal, a partir de una impugnación priísta.

Bermúdez se fue de su tierra natal al otro lado en los setenta. Protagonizó uno de los todavía muchos casos en que una persona se alza desde la nada económica hasta la prosperidad. Su apodo le viene de su práctica agrícola. Es el Rey del tomate, pues a producirlo y empacarlo se dedica la empresa que ahora administran sus hijos y que estaba dispuesto a dejar para cerrar su ciclo vital gobernando a sus paisanos.

Pero no cumple los requisitos legales. Apresurado quizá porque se trataba de un candidato idóneo, el PRD no cuidó la observancia de los extremos jurídicos. La ley local demanda una residencia continua y efectiva durante un año antes de la elección. Taimadamente, el PRI permitió la inscripción del candidato perredista tal vez suponiendo que lo vencería, en cuyo caso la falta sería irrelevante. Cuando Bermúdez triunfó, el partido perdidoso sacó a relucir una declaración de su domicilio: en noviembre dijo en un trámite migratorio que vive en Sacramento, no en Jerez. El tribunal estatal electoral no concedió valor a la denuncia priísta y convalidó la constancia de mayoría expedida...

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