PLAZA PÚBLICA / Publicidad de alimentos chatarra

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Dentro de dos semanas, con el año que se inicia entrará en vigor el Código de Autorregulación de Publicidad de Alimentos y Bebidas dirigida a Público Infantil, difundido por sus autores con la sigla PABI. Es un intento de los productores de esa clase de bienes ingeribles por evitar que se legisle en esta materia con criterio restrictivo y, más aún, que se prohíba ese género de anuncios en los medios.

La creciente preocupación social y gubernamental por el veloz incremento de la obesidad en general, y la infantil en particular, así como la certidumbre del severo efecto que en los hábitos alimentarios genera la publicidad, han hecho surgir una tenue inclinación en el gobierno por moderar ese efecto. La Comisión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) y la Secretaría de Salud han planteado la necesidad de regular legalmente los mensajes comerciales al respecto. El secretario José Ángel Córdova Villalobos, que fue diputado federal, ha esbozado la posibilidad de incidir en la producción y la publicidad de alimentos y bebidas desde la perspectiva fiscal (de modo semejante al tratamiento tributario que se impone a tabaco y alcohol). Y aunque la segunda de las 10 acciones estratégicas anunciada por esa Secretaría para atacar la diabetes -otro problema en expansión, como el de la obesidad- se propone lograr una "modificación de las políticas de la industria alimentaria para favorecer la adopción de una alimentación correcta", no se han dado pasos formales en tal dirección, que incluyan regular la publicidad respectiva.

Aunque tal posibilidad es remota, para alejarla aun más la industria implicada se agrupó en un Consejo de Autorregulación y Ética Publicitaria (Conar), que el 22 de septiembre pasado presentó el código PABI, que comenzará a aplicarse el 1o. de enero de 2009. Según la Procuraduría Federal del Consumidor, que apadrinó esa norma, se trata de un compromiso para "realizar una publicidad responsable dirigida a niños, haciendo de ésta una herramienta para el fomento de una alimentación correcta y la práctica habitual de la actividad física...".

El código enuncia sólo buenos propósitos, pero padece lagunas importantes. Por ejemplo, no se impide la promoción de regalos en los restaurantes de comida rápida, que es una forma de eludir la mención a los productos causantes de problemas de salud. Alejandro Calvillo, director de la organización civil llamada El poder del consumidor (EPC) ha dicho, al señalar esta omisión, que...

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