Plaza Pública/ PRI: la fractura hidalguense

AutorMiguel Angel Granados Chapa

Tres años después de que recibió una sopa de su propio chocolate, al resultar defraudado en la contienda interna del PRI por la gubernatura de Hidalgo, José Guadarrama Márquez saldrá de ese partido. Lo anunciará ruidosamente pasado mañana, en un mitin que se anuncia muy concurrido, como decisión largamente preparada, y que tendrá repercusiones en el futuro del partido que en esa entidad es todavía avasallador y hegemónico. Aun si no se cumpliera el alarde que avisa de la presencia de diputados y senadores de 17 entidades, todos resueltos a abandonar el priismo, la fractura que Guadarrama producirá en el PRI tendrá efecto no sólo en Hidalgo sino en todo el país.

Guadarrama es un prototipo del político práctico que floreció en las décadas recientes. Se alzó desde la pobreza en que nació en Zimapán hace 53 años (los cumplirá en diciembre próximo) hasta ser un poderoso dirigente del partido donde vive sus últimas horas. Su trayecto reproduce el de muchos miembros de la clase política tricolor: normalista egresado de El Mexe, dirigió la escuela secundaria de Jacala, donde fundó su poder original y ganó la alcaldía, de donde se proyectó hacia otros cargos de elección (fue diputado federal dos veces y senador hasta el año pasado). Fue también funcionario de la administración estatal (hasta llegar a la secretaría de gobierno). Y cumplió encomiendas partidarias de diverso carácter. Sobresale en su currículum haber sido delegado en Michoacán y Yucatán. Como don Juan Tenorio, dondequiera que fue dejó memoria amarga de sí.

En su currículum figura también el dato de haber participado en un diplomado en derecho electoral en la UNAM. Quizá debió ser, en vez de alumno, sujeto de estudio, para mostrar a los estudiantes cómo se infringe la ley comicial. Esa fue su credencial más importante en la proyección nacional de su carrera. Especialmente se le recuerda en aquellos estados, en las elecciones locales de 1989 y 1991 respectivamente. Su ingeniería electoral (las prácticas de un mapache, pues) no reconocieron límite. Sus maniobras prosperaron en no pocos municipios michoacanos, aunque se frustraron en Mérida, cuando atado de manos por el gobernador Víctor Manzanilla no pudo evitar el reconocimiento del triunfo de Ana Rosa Payán, la alcaldesa de Mérida, cuando por primera vez ganó ese cargo hace 10 años.

Sus méritos en esas campañas (por él no quedó, diría y se diría) lo hicieron acreedor a la senaduría en 1994. Su compañero de curul, Carlos Romero...

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