PLAZA PÚBLICA / PGR: ¿ineficaz o qué?

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

En traspiés sucesivos, la Procuraduría General de la República, quien quiera que sea su titular, da muestra de una ineficacia abrumadora. O de algo todavía más grave: el uso político de sus atribuciones, o la corrupción de quienes las ejercen.

La semana pasada surgieron nuevas evidencias de la falibilidad del Ministerio Público federal. Gregorio Sánchez, ex Alcalde de Cancún (o del municipio de Benito Juárez, QR, para acatar la formalidad jurídica), salió del penal de San José del Rincón en Nayarit. No está en libertad plenamente, porque la PGR se las arregla para mantenerlo en una situación discutiblemente legal: está detenido, y sujeto a un procedimiento que permite su localización, pero no está arraigado ni sujeto a un proceso penal ante la justicia penal federal.

En los días siguientes, otro perseguido por el Ministerio Público, el legislador desaforado Julio César Godoy, se benefició de un amparo en que por cuestiones de forma se le protege contra la vetusta orden de aprehensión que ha sido puesta en entredicho por la defensa del hermano del Gobernador de Michoacán.

Desde que el año pasado la PGR incriminó a Sánchez por diversos delitos y consiguió una orden de aprehensión que lo sacó del proceso político en que era candidato al Gobierno de Quintana Roo, se barruntó que la actuación ministerial podría estar regida por una intención política, que afectaba medularmente las posibilidades de triunfo de la alianza del PRD, el PT y Convergencia. Ese móvil parece confirmado ahora, en que Sánchez ya es una figura políticamente inocua.

Cierto es que la PGR no renuncia a hacerlo retornar a la prisión, y para no dejarlo enteramente libre -y claramente evidenciada su motivación extralegal- lo mantiene en un limbo jurídico, bajo acusaciones que aparecen con un perfil más opaco y aun oscuro que las que lo retuvieron por 14 meses en prisión.

Si hubo un diseño político en la aprehensión de Sánchez, sus metas se cumplieron puntualmente, pues su captura trastocó completamente el escenario electoral quintanarroense. Sánchez era un candidato competitivo, y aunque no gozaba de universal buena fama y había en su trayectoria momentos que hacían dudar de su reputación, no era remoto que venciera al candidato priista Roberto Borge, un muchacho inexperto que forma parte de una presunta nueva clase política, que se diferencia de la antigua únicamente en que sus integrantes son casi púberes y ostentan una fachada convincente, aunque el contenido de la cabeza...

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