Plaza Pública / Peligroso Tabasco

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

El Secretario de Seguridad Pública de Tabasco, General de División Diplomado de Estado Mayor Francisco Fernández Solís, se salvó ayer de ser asesinado. Sufrió leves lesiones en un tiroteo iniciado por pistoleros que lo aguardaban a la salida de un hotel, donde radica. Sin embargo, su chofer José de la Luz Pérez Mayo murió en el ataque con armas de alto poder lanzado contra el responsable de la Policía Preventiva.

Aunque ya había estado acantonado en Villahermosa, como Comandante de la XXX Zona Militar, Fernández Solís estaba recién llegado a la ciudad, pues apenas al comienzo de este año el Gobernador Andrés Granier lo designó secretario. Además de cargos diplomáticos, y de haber sido durante un breve lapso director de Policía en el Estado de México, el General Fernández Solís encabezó la fuerza de tarea llamada Marte, encargada de perseguir al narcotráfico, en los estados de Sinaloa, Chihuahua y Durango.

Como casi todo el territorio nacional, pues ninguna entidad parece exenta de violencia criminal, la inseguridad se intensificó en Tabasco en los últimos meses del sexenio anterior, el del Gobernador Manuel Andrade. Algunos episodios, notoriamente protagonizados por bandas de la delincuencia organizada, han sido especialmente atroces o peligrosos. A fines de mayo pasado, por ejemplo, el ganadero veracruzano Ponciano Vázquez Lagunes fue levantado, junto con cuatro personas cercanas a él, en una operación que, más que un secuestro, parecía según testigos una captura realizada por agentes federales. Dos semanas más tarde aparecieron los cuerpos de las cinco personas desaparecidas, con señales de haber sido torturadas. Quienes quiera hayan sido los autores de la matanza, y cualesquiera sean sus móviles, casi nueve meses después el múltiple homicidio sigue impune. Por añadidura, el conspicuo hermano de Ponciano, Cirilo Vázquez Lagunes, fue también asesinado. Aunque el crimen ocurrió en tierra veracruzana, donde la nueva víctima ostentaba y ejercía un gran poder, se supone que sus asesinos llegaron desde Tabasco.

En julio siguiente, casi por casualidad, pues escandalizaban en un tugurio, fueron detenidos Mateo Díaz López y Darwin Bermúdez Zamora. La Policía Municipal de Cunduacán los condujo, creyéndolos escandalosos borrachines comunes, a la Casa de Justicia, conjunto de oficinas ministeriales y policíacas. Hasta allí llegaron poco después, en dos incursiones que tenían el propósito de liberar a los detenidos, grupos armados que atacaron con...

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