Plaza Pública/ Pausa ordenada

AutorMiguel Angel Granados Chapa

Tuvo el gobierno, para empezar, la sensatez de no llamar formalmente a su plan de emergencia "programa para reforzar una economía sólida", como intentó, sino más llanamente "programa para fortalecer la economía". Su orientación básica, sin embargo, puede producir el resultado contrario, pues uno de sus ejes, el fortalecimiento de las finanzas públicas, incluye una importante medida restrictiva, la disminución del gasto público. De ese modo se contribuirá a la desaceleración económica, en vez de combatirla, y se iniciará un círculo perverso, en que la reducción de la producción hace que decrezca el consumo, que hará que se achique la producción.

Al presentar el programa de emergencia, el zar de la economía pública Eduardo Sojo hizo consistir las causas del ajuste, las que llevan a esta pausa ordenada y temporal, en circunstancias externas. Aun los factores positivos de la economía mexicana, que también señaló, pueden convertirse en negativos debido a la desaceleración económica en Estados Unidos y el mundo en general: "crecer a contracorriente del ciclo mundial pondría en peligro el equilibrio de las cuentas externas y el balance interno, entre oferta y demanda agregada", dijo Sojo.

El coordinador del gabinete de crecimiento con calidad no tiene presente que en Estados Unidos se ha preferido la receta contraria, la de expandir el gasto y los estímulos a la producción y el consumo. Las tasas de interés han sido disminuidas una y otra vez, para estimular el crédito y la inversión, y el esquema se completa con la disminución temporal de impuestos ordenada por la administración Bush. De ese modo hay más dinero para gastar. Y el incremento del consumo evita que la desaceleración se ahonde.

En cambio, la estrategia del gobierno foxista radica en restricciones. Si bien una de las dos partes del programa de emergencia incluye algunas medidas que estimulan el crecimiento, el afán de mantener equilibradas las finanzas públicas (renunciando por completo a la tentación de manejar el déficit como un instrumento, tal como operan muchas economías en todo el mundo) hace que se recorte el gasto público, con claros efectos desaceleradores de la economía. Y se avise que esa tendencia puede ahondarse, con el añadido de que no habrá que esperar al fin de cada trimestre para examinar la evolución de la economía, sino que la revisión será mensual. El recorte puede ser progresivo y a plazos cada vez más cortos, pues sin duda disminuirán los ingresos gubernamentales...

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