Plaza Pública / Sepúlveda, juez internacional

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

El 6 de febrero del año pasado Bernardo Sepúlveda asumió en La Haya su papel de miembro de la Corte Internacional de Justicia, el Poder Judicial de la sociedad internacional. Había sido elegido en noviembre anterior por la Asamblea General de la ONU, que reconocía en el diplomático y jurista mexicano su larga trayectoria en el campo del derecho internacional.

Sus antiguos alumnos y compañeros de El Colegio de México sintieron justificado orgullo con esa elección, por lo que en enero de 2006 muchos de ellos se reunieron para subrayar las aportaciones de Sepúlveda a esa institución, al servicio exterior mexicano, a la política internacional de México y a los principios en que se sustenta la convivencia en la sociedad internacional. Planearon un homenaje que ha cristalizado en el libro Bernardo Sepúlveda, Juez de la Corte Internacional de Justicia, que fue presentado en El Colmex el viernes pasado.

Sepúlveda, nacido en la Ciudad de México en 1941, se tituló de abogado en la Universidad Nacional en 1964, y enseguida alcanzó el grado de maestro en derecho internacional en la Universidad de Cambridge. Daniel Cosío Villegas, que había dejado de presidir el Colegio pero conservaba una gran autoridad moral en sus tareas, sugirió en 1967 a Mario Ojeda conversar con el joven recién vuelto a México. Ojeda, que reemplazaría en su momento a don Daniel a la cabeza del Colmex, y era a la sazón director del Centro de Estudios Internacionales, percibió la utilidad del enfoque jurídico que derivaría de la enseñanza de Sepúlveda, que oponía la vigencia del derecho a la aplicación ruda y desnuda del poder. Por si fuera poco, el embajador Jorge Castañeda Álvarez de la Rosa le habló de él con entusiasmo y quedó convenido en que Sepúlveda trabajaría medio tiempo en la docencia y el resto en la Cancillería.

Quedaron así trazados los rumbos por los que ha discurrido la vida de Sepúlveda. A lo largo del libro no deja de ensalzarse la asiduidad a su curso, desempeñado aun en los años de sus requerimientos profesionales más exigentes, como su época de secretario de Relaciones Exteriores, en que desplegó un intenso activismo. Varios testimonios en la obra, aun los destinados a otro propósito, insisten en la calidad de enseñanza del profesor, que debía sostener la validez de su tesis juridicista aun en circunstancias en que la política del poder se descarnaba, como ocurrió en 2003 con la invasión norteamericana a Iraq.

En el servicio público, Sepúlveda fue el primer...

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