Plaza Pública / Presidentes impunes

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

A dos meses de concluido su mandato de 12 años, el ex presidente de Francia Jacques Chirac acudió ante dos tribunales. Frente al de la opinión pública, se explicó a través de un mensaje aparecido en Le Monde, el diario de la democracia francesa por excelencia. Ante la justicia que había esperado para convocarlo, Chirac apareció como cualquier ciudadano, desprovisto de toda protección, desaparecida la que durante sus dos periodos presidenciales lo mantuvo alejado de la inquisición judicial. Pero tenía cuentas pendientes que ahora debe enfrentar.

Chirac se alzó hasta encabezar la Quinta República de 1995 a 2007 a partir de la alcaldía de París, donde gobernó durante casi dos décadas, desde 1977. En esos 18 años amasó un capital político que le permitió fundar su propio partido y prepararse para sustituir en el Eliseo a François Miterrand. Se le acusó desde entonces, y de manera formal, de desviar recursos del ayuntamiento en beneficio de sus pretensiones políticas. En la nómina municipal aparecía personal que no trabajaba en ese gobierno sino que prestaba servicios a los seguidores de Chirac. Descubierta esa malversación de fondos, la justicia buscó procesar al responsable, pero no pudo hacerlo porque el jefe de la administración de la capital se transformó en el jefe del Estado francés, y sólo ahora que ha dejado de serlo puede ser llamado ante un juez, como ocurrió el jueves pasado. En un procedimiento distinto deberá testificar sobre otro modo de corrupción política. Empresas que resultaban favorecidas con contratos municipales incluían en su lista de pagos también a cuadros que trabajaban a favor del alcalde. De eso tiene que responder. No sabemos en qué concluya el procedimiento, pero conocemos antecedentes de que por manejos análogos fue cercenada la carrera de Alain Juppe, que acaso tenía inscrita en su destino la previsión de reemplazar a su jefe y amigo en la Presidencia de Francia. Chirac no tiene en su camino ninguna meta política, pero ha de aspirar a un lugar en la historia.

No es infrecuente que otros mandatarios en otros lugares tengan que responder de sus actos, o el sistema político pretenda que lo hagan. También ocurre a menudo que algunos de esos ex gobernantes sean diestros (o la estructura legal insuficiente) para eludir los cargos que les imputan y hasta puedan intentar y lograr -Menem en Argentina, en el primer caso; Alan García en Perú en el segundo- retomar el poder desde el cual abusaron de la confianza de sus...

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