Plaza Pública / Los veneros del diablo

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Enfrentados siempre, aunque no se lo propongan, Andrés Manuel López Obrador y Vicente Fox difirieron esta vez sobre cómo financiar el desarrollo petrolero del país. Pero coincidieron, sin que sea extraño que ello ocurra, en la gravedad de la situación de esa porción del mercado energético.

López Obrador expuso el domingo pasado, al cumplirse un año de su asunción como Presidente legítimo, título con que lo ungió la Convención Nacional Democrática, un plan para financiar a Pemex con 400 mil millones de pesos, provenientes de recursos públicos. Alertó a sus seguidores a impedir modificaciones legales que considera inminentes para dar paso a la inversión privada en esa actividad. En Madrid, el martes siguiente, Fox dijo que "el gobierno no tiene el dinero para hacer las inversiones" necesarias y por lo tanto es preciso reformar la legislación nacional, que reserva al Estado la exploración y la explotación del crudo. El ex Presidente -que habló en el Club de Madrid, al que ingresó ese día, participó en el foro Democratizando la Energía: geopolítica y poder- no pudo dejar de señalar la alta dependencia mexicana de las importaciones de gasolina, gas natural y productos petroquímicos, aunque se abstuvo de expresar las causas de ese fenómeno: sus tres predecesores inmediatos, y él mismo, inhibieron la inversión en Pemex hasta colocar a esa empresa en la paradójica posición de beneficiarse de los altos precios del crudo que exporta pero resentir esa bonanza de los productores al comprar en el exterior bienes elaborados que ha dejado de transformar aquí.

En un discurso que pasó a segundo plano porque lo pronunció mientras en la Catedral se libraba una escaramuza que al día siguiente, con sus secuelas, ocupó la atención nacional, López Obrador propuso que el país invierta en "la exploración de campos, el desarrollo de yacimientos de gas natural, perforación de pozos, construcción de tres refinerías, modernización y ampliación de plantas petroquímicas y mantenimiento de las instalaciones".

La racionalidad de esa propuesta se aprecia claramente si se toma el caso de las refinerías. No se ha construido ninguna en México en las décadas recientes alegando falta de recursos, recursos que sin embargo han tenido que pagarse de modo creciente en las importaciones del producto que escasea porque no se han construido esas refinerías. Cada una cuesta 30 mil millones de dólares, mientras que este año pagaremos 10 mil millones por contar con gasolina, ¡cinco veces...

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