PLAZA PÚBLICA / Sólo falta que un perro

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Tembló en la Ciudad de México al mediodía de ayer cuando el secretario de Salud hacía saber que en las últimas 24 horas el número de personas muertas por la influenza porcina había crecido de 103 a 149, y que el número de casos atendidos llegó a casi 2 mil (mil 995), 600 más que la víspera, cuando la cifra se situó en mil 384. Fue un estremecimiento de 5.7 puntos en la escala de Richter, prolongado durante casi un minuto. A la hora de escribir estas líneas no se sabía que el sismo hubiera causado muerte ni daños de relevancia. Sólo eso nos faltaba. Como se dice aún en los poblados ante un acumulamiento de infortunios y aun de desgracias: sólo falta que nos orine un perro.

A la hora en que aquí temblaba, la Organización Mundial de la Salud hacía pasar de 3 a 4 el nivel de alerta. La mudanza correspondió a la previsión hecha la víspera, el domingo, cuando la OMS calculó el riesgo de que el virus recién aparecido "evolucione y se vuelva más peligroso". Mientras tanto, más los gobernados y menos el gobierno están tomando a su cargo el control de la situación. La Ciudad de México mostró el fin de semana y el lunes un rostro desapacible, atendiendo con puntualidad las recomendaciones de las autoridades, a fin de contener la propagación del virus, un virus que está siendo atacado y contra el cual se dice tener un vasto arsenal de armas, sin que se sepa bien a bien de qué se trata: el domingo el presidente Calderón reconoció tal incertidumbre al anunciar que "en 72 horas... México estará en posibilidad de contar con laboratorios específicos capaces de identificar con seguridad la presencia del nuevo virus; ello nos permitirá mayor precisión en el diagnóstico, tratamiento y estrategia preventivas". O sea que lo hecho hasta este momento carece de esa precisión. Deseamos que no se trate de acciones orientadas a que los medios hablen de ellas, sino a encarar verdaderamente el riesgo de muerte que esa novedosa enfermedad provoca.

Esperemos también que en lo que toca a su propia responsabilidad el Ejecutivo tenga más certidumbres que las que expresa, pues por momentos parece no saber de qué habla. Dos veces al menos ha dicho que "estamos ante una epidemia no tanto por el número de casos, sino por el hecho de que se trata de una mutación del virus de la influenza". Viejo o nuevo, conocido o desconocido, el carácter del germen no define a una epidemia, sino el aumento del número de casos de un mal en un territorio y momento determinados. Tampoco parece...

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