PLAZA PÚBLICA / Del catarrito a la neumonía

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Sólo dos presidentes latinoamericanos acudieron este año a la cumbre de Davos, el de Colombia, Álvaro Uribe, y el de México, Felipe Calderón. Cinco más, en cambio, prefirieron quedarse de este lado del Atlántico y estar presentes en el Foro Social Mundial: Evo Morales, de Bolivia; Lula da Silva, de Brasil; Rafael Correa, de Ecuador; Fernando Lugo, de Paraguay, y Hugo Chávez, de Venezuela.

Fue significativa la opción del mandatario brasileño quien, como Calderón, había estado en el Foro Económico Mundial en los dos años anteriores. Lula es un presidente bilingüe, pues lo mismo habla y entiende el lenguaje de los grandes consorcios y de las inversiones multimillonarias que el de las agrupaciones sociales creyentes de que "otro mundo es posible". Aunque mantiene en su país un diferendo en apariencia insalvable con el Movimiento de los Sin Tierra, que le reprochan la lentitud y límites de su reforma agraria, no ha dejado atrás sus convicciones como antiguo sindicalista y las ha concretado en políticas económicas que no colocan a las personas después de las ganancias sino al contrario. Transita con eficacia en el lindero de lo políticamente correcto, según el criterio de los grandes intereses internacionales y lo socialmente necesario.

No acudió este año a Davos porque allí no hay nada que hacer, pues en vez de que, como antaño, se estrechen relaciones y se entablen negocios, hoy en los Alpes suizos se ventila, según dijo, la quiebra del "dios mercado" y ya no hablan quienes creyeron en el fin de la historia y "ahora están con la boca cerrada, porque se arruinaron por pura especulación. Parecía que ellos eran infalibles y nosotros incompetentes". Dijo también el presidente brasileño: "Ellos nos decían que teníamos que hacer ajuste fiscal, cortar gastos públicos, hacer choques de gestión y despedir trabajadores. En realidad, lo que tenemos que hacer es invertir y colocar dinero en los sectores productivos". Dijo asimismo que "ellos", los que se regodeaban consigo mismos en Davos, saben ya que otro mundo no es sólo posible "sino que es necesario e imprescindible" (El País, 31 de enero).

Lula no viajó a Suiza sino a Belén por conocer la inutilidad de contender con países como el suyo por las inversiones extranjeras. En cambio, Calderón estuvo en Davos con ese propósito, y disputó a su amigo Uribe la oportunidad de llamar al capital extranjero para alentar la economía nacional. Rebatió, como ofendido, la comparación entre México y Paquistán. Y en su...

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