PLAZA PÚBLICA / Nuevas Policías

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

México está estrenando Policías: el sábado pasado dejó de existir la Agencia federal de investigación (tenue y formalmente disfrazada de Policía federal de investigación) para dar lugar a la Policía federal ministerial. Y hoy entra en vigor la ley de la policía federal, que perdió su apellido de preventiva porque ganó la atribución de investigar, como remanente del esfuerzo fallido por contar con sólo una corporación policíaca federal, que realizara las funciones de indagación y de prevención.

La PFP y la AFI, sustituidas por las nuevas Policías tuvieron vida efímera, si bien accidentada. La Federal preventiva fue creada por ley de 4 de enero de 1999, de modo que perduró poco más de una década. La Federal de investigación tuvo una existencia más breve: fue creada el 1 de noviembre de 2001, de suerte que no llegó a ocho años. Ambas nacieron de un propósito correctivo: al absorber a la Policía federal de caminos -e integrarla a otras corporaciones sectoriales- la PFP pretendió eliminar la corrupción que pudría a ese cuerpo, dañino para por igual para viajeros y transportistas. La AFI, a su turno, buscaba eliminar la pésima imagen de la Policía Judicial Federal, caracterizada también por su corrupción y la violencia de sus procedimientos.

Ese propósito resultó fallido en los dos casos. La inseguridad prevalece en las carreteras, en que se cometen asaltos sobre todo a vehículos de carga en tramos y puntos tan bien identificados que es imposible que la policía los ignore. La AFI resultó una versión empeorada de la corporación a la que debió sustituir. La gama de las actividades ilícitas a que se entregaron sus integrantes, las más de las veces con la anuencia y solapamiento de sus jefes contradijo muy pronto la propaganda que rodeó a su creación, donde con desmesura se la comparaba con Scotland Yard y el FBI.

El primero de los muchos abusos resonantes perpetrado por miembros de esa agencia, y que se convirtió en prototipo de su conducta, fue el secuestro y asesinato de Guillermo Vélez Mendoza, ocurrido en marzo de 2002 cuando la AFI apenas llegaba a los cinco meses de edad. No obstante que la víctima era una persona cercana a la ideología dominante y a influyentes funcionarios, la impunidad de los agentes a que "se les pasó la mano" marcó la regla favorecedora de conductas ilegales. Sorprendió por eso que el director de esa agencia, como si la hubiera mantenido a salvo de la corrupción y en niveles adecuados de eficacia y eficiencia fuera...

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