Plaza Pública/ Para no perder el poder

AutorMiguel Angel Granados Chapa

A partir de 1989 el PRI ha venido perdiendo el Gobierno. Hoy, sus antagonistas rigen casi la mitad, 15 de las 32 entidades del país. Y el 2 de julio del 2000 perdió la Presidencia de la República. Despedido así del Gobierno, el PRI se empeña en no perder el poder. Y despliega ahora varias estrategias para retenerlo.

El escenario principal de esa batalla, en este momento, está en Pemex. De allí salieron cientos de millones de pesos para alimentar la campaña priísta de hace dos años. El asunto sintetiza, de ese modo, uno de los puntos nodales del sistema construido a lo largo de siete décadas, que consistía en desviar recursos públicos, dinero de los contribuyentes o proveniente de créditos que los contribuyentes pagaban, hacia el partido gubernamental. Esa es la nuez del asunto.

Intermediario entre Pemex y el PRI fue el sindicato petrolero, que no hizo simplemente de correo, sino que cobró por la faena una jugosa comisión. Por eso, por haber participado en la desviación de recursos públicos, ocho de sus dirigentes, dos nacionales y seis seccionales, han merecido la atención del ministerio público, que busca llevarlos a juicio. Para que eso sea posible respecto de tres, que son legisladores, es preciso desposeerlos del fuero que los protege. Por eso el PRI ha buscado, con éxito hasta ahora, que ni siquiera se monte el mecanismo que permitiría el retiro de la inmunidad al líder principal del sindicato, Carlos Romero Deschamps. Y despliega otras estrategias en torno del mismo asunto.

Una de esas estrategias consiste en buscar un arreglo con el Gobierno. Los líderes priístas se han reunido, antes y después de las fiestas patrias, una y otra vez con el Presidente de la República y su secretario de Gobernación. Aunque se ufanan de que lo hacen "en forma abierta", sólo a base de confidencias se logra saber que procuran controlar los daños que resultarían de la comprobación legal de la entrega ilegal de recursos al PRI, que éste no reportó a las autoridades electorales, extremo en el que también se trabaja. En la estrategia priísta ese punto no existe. Roberto Madrazo y Elba Esther Gordillo han de suponer, como los niños cuando cierran los ojos, que de ese modo la realidad desaparece.

Como si el asunto concerniera sólo al sindicato petrolero, en la defensa de sus líderes se concentra hoy el esfuerzo priísta. Se ha ofrecido la restitución de lo sustraído, al menos los 640 millones de pesos que en algún momento figuraron como un crédito, que el sindicato petrolero necesitaba para enfrentar diversos litigios, y una parte importante del cual está depositada en Estados Unidos. Pero no es esa la totalidad del dinero malversado, ni un banco norteamericano fue su único destino. Una cantidad semejante llegó al PRI, y en el arreglo propuesto por los priístas obviamente no se incluye la devolución de ese dinero que, de todos modos, el partido tricolor puede perder por la vía electoral, a través de una sanción que eventualmente le aseste el IFE.

De sus conversaciones con el...

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