PLAZA PÚBLICA / Ludopatía, cleptocracia, mitomanía

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Es obligado repudiar el acto criminal que arrancó la vida de 52 personas. La sangre fría con que actuaron los individuos que incendiaron el Casino Royale de Monterrey, la deliberación con que calcularon matar a personas al margen de sus querellas añade un ingrediente al hecho mismo de asesinar. Es evidente que, o no consideraron siquiera ese saldo mortal o, peor aún, lo procuraron.

Es también obligado expresar solidaridad a los deudos de las víctimas. Su dolor se agrega al de miles de personas que han perdido seres queridos en la oleada de violencia que lastima a nuestro país y que no es contenida por autoridades incapaces de reducir a prisión a los perpetradores de homicidios y otros delitos. No hay que dejar que el cansancio venza a autores y lectores en la repetición de la verdad sabida: la falta de castigo a los delincuentes, la impunidad de que gozan, les permite multiplicar sus acciones criminales. Apenas el 8 de julio, en el propio Monterrey con el que ahora nos condolemos, en una cantina llamada el Sabino Gordo fueron asesinadas, con semejante frialdad a la percibida el jueves pasado, 17 personas. No sólo no hay detenidos, sino que ignoramos la causa del ataque. No sabemos si los bandoleros iban tras alguien en particular y no les importó el daño lateral que produjeron al disparar sin ton ni son, o fueron a consumar una represalia contra los dueños del bar. No lo sabemos porque las autoridades, locales o federales, no se dan abasto para investigar la multitud de hechos de sangre que ensombrecen a Nuevo León, o ni siquiera se empeñan en indagar penalmente los sucesos.

El gravísimo multihomicidio del jueves pasado, amén del dolor directo o compartido, suscita reflexiones desde diversos orígenes porque nos pone frente a fenómenos nuevos o renovados. La proliferación de casinos, con permiso o sin él, supervisados o no por las autoridades, se ha convertido en un gran negocio, que aprovecha la creciente ludopatía, esa adicción irresistible al juego, que afecta a cada vez más mujeres. Apenas hace 15 días Reforma presentó los perfiles de esa enfermedad social que no es reconocida como tal y por lo tanto apenas merece la incipiente preocupación de segmentos de la sociedad civil. El Centro de Atención de Ludopatía y Crecimiento Integral, por ejemplo, reúne información sobre tal flagelo, que lo es cuando se cruza el umbral de la diversión a que se acude ocasionalmente hasta no resistir la compulsión (Reforma, 14 de agosto). Su afirmación de...

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