PLAZA PÚBLICA / Inseguridad social, inseguridad pública

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Una acumulación de factores, azarosos algunos, inexorables otros, frutos de la incapacidad y aun del dolo para administrar los más, han puesto en jaque a la seguridad social en México. Estamos llegando al extremo opuesto, la inseguridad social, la imposibilidad financiera y material de ofrecer a los trabajadores asalariados derechos por lo que pagan y que forman parte de un régimen laboral que debe tener en el centro a las personas. La crisis del IMSS y del ISSSTE, la inseguridad social en que nos adentramos es potencialmente explosiva, tan peligrosa para la convivencia como la inseguridad pública que es ya una marca de la sociedad mexicana del siglo XXI.

El 23 de agosto pasado, el senador Francisco Labastida hizo notar, tomando información oficial no suficientemente explorada, que la crisis financiera del Instituto Mexicano del Seguro Social es tan acusada que en 2012 le sería imposible enfrentar las obligaciones del régimen de pensiones de sus trabajadores (no obstante, digo yo, que hace dos años el mecanismo fue modificado en perjuicio de esos derechohabientes). El director del IMSS, Daniel Karam, y el propio presidente Calderón negaron que así fuera, y atribuyeron la declaración de Labastida a mala información, no obstante que el senador sinaloense había puntualizado su fuente, documentos oficiales producidos por el propio gobierno.

Un mes más tarde, Karam reconoció, sin admitirlo expresamente, que Labastida tenía razón. En una asamblea interamericana de seguridad social, el 21 de septiembre empleó por primera vez la expresión con que el miércoles pasado él mismo y Calderón describieron la situación del instituto: "muy delicada". Karam fue más allá al prever que no sólo habrá problemas para pagar pensiones, sino aun para sufragar el costo de los servicios médicos, que es la médula de esa institución. El modo de salir al paso de este problema, así sea sólo en el corto plazo, consiste en transferir recursos de los fondos superavitarios (el de invalidez y el de riesgos de trabajo) a los que están en déficit (los de maternidad y enfermedad). Ya se validó esa decisión en la Ley de Ingresos aprobada por el Congreso. Pero ésta tiene vigencia sólo en 2011, por lo que se requiere una solución de fondo que impida la quiebra del instituto.

Hasta 1997 el equilibrio entre los diversos seguros contaba con un ingrediente básico: los recursos del fondo de retiro. Pero ese año se arrancó tal prestación del ámbito de la seguridad social, para establecer...

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