Plaza Pública / Fox y los migrantes

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Si mañana el equipo mexicano de futbol venciera al de Holanda, es de temerse que el presidente Fox salte jubiloso y felicite a la selección dirigida por Ricardo La Volpe por la obtención de la copa mundial de futbol, sin saber que se trata de un partido preliminar. Es que más de una vez el Ejecutivo ve un logro en lo que apenas es un intento y entonces lo festina.

El jueves 25, mientras volaba de Seattle a Sacramento, Fox recibió la noticia de que una mayoría de 62 senadores había obtenido en el Capitolio la aprobación de la minuta senatorial que, de convertirse en ley, podría significar la legalización de millones de migrantes que carecen de documentos, buena parte de cuyo número son mexicanos. Se trasladó regocijado a la parte posterior del avión en que viajaba para compartir su información con los representantes de los medios. Dijo que se trataba de un día histórico y se complació con la buena nueva como si fuera un éxito personal y de su gobierno, y no el resultado de acuerdos entre grupos de legisladores. Insistió en su festejo al aterrizar en Sacramento. Con escasa fortuna para las metáforas, dijo que se trataba de un "paso monumental", y abrió los brazos para envolver en ellos a compatriotas que lo esperaban en la capital californiana.

La situación de los mexicanos en Estados Unidos preocupa y confunde al Presidente. No se afana por comprender el proceso legislativo norteamericano. Hay que decir que tampoco el de México. En uno de sus primeros deslices, Fox se apresuró a felicitar al Senado, en abril de 2001, ¡porque no aprobó su propia iniciativa de reforma constitucional en materia indígena, sino que la enmendó hasta dejarla irreconocible! En cuanto a la reforma migratoria norteamericana, no dejó entrever que supiera que se trata de un tramo en el camino de la legislación hasta la oficina del presidente Bush. Así como no hubo lugar para deprimirse en diciembre pasado por la aprobación de la iniciativa Sensenbrenner como si fuera un hecho consumado que criminalizaría a la inmigración ilegal, tampoco había que festejar la aprobación de la contraparte senatorial acerca del mismo fenómeno. Es preciso esperar a la celebración del próximo trámite legislativo, la conferencia bicamaral que procurará conciliar documentos que en su esencia son incompatibles. Más todavía, es dable una demora procedimental que permita a los legisladores no adoptar una decisión sobre el asunto antes de las elecciones de noviembre. Y no habría reforma.

Al día...

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