PLAZA PÚBLICA / Eduardo Medina Mora

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Aunque una evaluación rigurosa de su desempeño debería conducir a ese desenlace, no por esa razón sino por intereses de un grupo donde se hacen negocios con influencias políticas, quizá los días de Eduardo Medina Mora como procurador de la República están contados. Hostigado en varios frentes, sus propias deficiencias lo han hecho vulnerable a la intriga palaciega. Su más reciente error (dentro del marco de la desastrada Operación Limpieza) fue virtualmente exonerar a un delincuente confeso, Enrique Bayardo del Villar, y convertirlo en testigo protegido. El yerro fue aprovechado para hacer que se recordara que el beneficiario de esa mutación procesal trabajó en la Secretaría de Seguridad Pública a las órdenes del ahora procurador. Por si algo faltara, el ministro José de Jesús Gudiño Pelayo se dispone a presentar el dictamen de la investigación constitucional que la Suprema Corte realizó en torno al atentado que autoridades locales y federales cometieron en Atenco en mayo de 2006. Se le mencione o no por su nombre, es claro que Medina Mora no resultará bien librado por el papel de la Policía Federal Preventiva en ese lance, que el ahora procurador avaló para rechazar la recomendación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

El despacho del ex senador Diego Fernández de Cevallos mostró ya al presidente Felipe Calderón su decisión de incorporar personal político de alto nivel a las funciones gubernamentales. Luego del nombramiento de Fernando Gómez Mont en la Secretaría de Gobernación, ese grupo parece resuelto a ampliar sus horizontes administrativos. Cuadra cabalmente a sus intereses el buscar que la PGR quede vacante, aprovechando la experiencia que en esa oficina tuvo Antonio Lozano Gracia, que acaso deseara volver al cargo en un entorno menos adverso que el que rodeó su gestión durante el gobierno del presidente Zedillo. Pero como los integrantes de ese equipo son realistas y calculan que ese retorno generaría oposición política, se disponen a impulsar a un socio de Lozano Gracia, Arturo Chávez Chávez.

No ganaría la procuración de justicia con ese reemplazo. Chávez Chávez fue en los dos años finales del gobierno de Francisco Barrio en Chihuahua el procurador de Justicia de esa entidad. No sólo no comprendió la gravedad de los asesinatos en serie, obedientes a un patrón, que ya comenzaba a constituir el fenómeno llamado Las muertas de Juárez. Se le ha señalado por haber favorecido acciones destinadas a fabricar culpables cuando empezó...

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