Plaza Pública/ Dependencia satelital

AutorMiguel Angel Granados Chapa

Con entusiasmo semejante al que favoreció la extranjerización de la banca, el último Gobierno priísta fijó y aceptó términos desventajosos para México en el intercambio satelital que, con ese mismo entusiasmo, ha comenzado a aplicar la actual administración, tan distinta de la anterior que es exactamente igual.

Como punto final a este acercamiento a la expedición de concesiones para nuevos operadores de satélite, concluyo que una mala negociación con Estados Unidos en esta materia y su aplicación mecánica por el nuevo subsecretario de Comunicaciones, Jorge Alvarez Hoth (que cuenta con la asesoría de su antecesor Javier Lozano, a fin de que no se modifique la línea establecida), generará una competencia inequitativa en perjuicio de la empresa que a gran costo adquirió en 1997 los satélites gubernamentales.

Tras mi primera referencia al tema, el 26 de julio, hablé con todos los interesados en el tema, salvo Televisa. Dos argumentos sobresalieron entre los expuestos por el subsecretario Alvarez Hoth y los representantes de quienes el viernes pasado se beneficiaron ya con las licencias. Por un lado, que Satmex estaba al tanto de los términos en que se entablaría la competencia. Y que su actual oposición a la misma deriva de su deficiente situación financiera, resultado a su vez de una mala compra, pues ofreció 43 por ciento más del precio base fijado en la licitación, y de una operación insuficiente para enfrentar sus financiamientos.

Lo primero es parcialmente cierto. No lo segundo. Desde que fue emitido el reglamento de comunicación vía satélite, en agosto de 1997, el Gobierno del Presidente Zedillo allanó el camino a la competencia inequitativa, pues conforme a su artículo 9 los títulos de concesión de explotación de señales de satélites extranjeros estarían exentos de obligaciones que en cambio se cargarían a los concesionarios de los satélites mexicanos, como colocar aquí los centros de control, destinar parte de su capacidad instalada a constituir la reserva del estado y sujetarse a un plazo para poner en órbita el satélite.

De buena fe, sin embargo, la empresa que adquirió Satmex entró en octubre a la licitación. Supongo que si ofreció un precio alto fue por sobrepujar a sus poderosos contendientes en el concurso, Panamsat y General Electric. Pero de pronto estos dos gigantes se retiraron, después de presentadas las ofertas económicas. Es obvio que de saber que resultaría el postor único, el ganador de la licitación no se hubiera ido...

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