Plaza PUblica/ Corte de caja

AutorMiguel Angel Granados Chapa

Como corresponde a un gobierno dominado por el ánimo gerencial, el de ayer fue un corte de caja. Horas antes de ser presentado, sin embargo, una porción de la clientela manifestó sus inconformidades. Algunos lo hicieron de modo violento, con intención propagandística más que dañina, aunque los estallidos de las primeras horas del sábado destrozaron 30 metros de ventanería en una agencia automotriz y llenaron de humo un local de McDonald's. Otros, muchos más, eligieron la vía de estorbar calles y carreteras, para protestar por la situación económica y las políticas que la mantienen en su depresión. Se multiplicaron los actos contestatarios, los "contrainformes", y las expresiones en torno de demandas particulares.

El presidente de la República, por su parte, mostró ayer una percepción muy diferente de la que enseñaban esas manifestaciones, que fueron protagonizadas por miles entre millones de personas, pero que quizá coincidían con sentimientos más generalizados. Ayer sábado el Presidente derrochaba satisfacción. Como no se eximió de participar en su emisión radial de cada semana, ofreció cápsulas de lo que sería horas más tarde su informe al Congreso de la Unión. En una confesión involuntaria, dijo que "han pasado nueve meses y no ha pasado nada extraordinario". Claro que se refería a hechos negativos, a los desastres augurados por quienes quisieron preservar el poder asustando a la población sobre los riesgos del cambio.

Pero su dicho reza también para lo positivo. Si bien, y en buena hora, "no hay eventos que lamentar", tampoco hay motivos para el festejo. Los logros a que se refirió son discutibles en muchos casos. La inflación se ha mantenido bajo control y a la baja, es cierto. Pero las personas de bajos ingresos no compartirán la definición presidencial de que hay hoy un "mayor poder adquisitivo". Aun su ufana afirmación de que "no ha habido represiones" tiene que ser matizada por los modos empleados para la contención del descontento social y porque permanece el riesgo de violencia organizada.

El Presidente salió al paso de la crítica que subraya su inacción. Negó que hubiera subejercicio presupuestal e inmovilidad administrativa. Al contrario, citó vagamente los "cientos de miles de obras públicas" que se desarrollan en el país, contabilidad en que incluyó las tareas correspondientes a municipios, gobiernos estatales y el que encabeza él mismo. De seguro se sintió en posibilidad de dar cuenta de obras ajenas a su competencia porque "el gasto camina, las transferencias allí están", según expresó en sentido contrario a la muy difundida queja de gobernadores y ayuntamientos.

Con todo, prefirió de nuevo prometer más que referir el modo en que cumplió lo ofrecido antes. Anunció que "los resultados vendrán", y que habrá frutos...

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