Plaza Pública / Conflicto minero

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Tres caras tiene el conflicto minero. La primera, la más importante de todas, es la muerte de 65 personas que iniciaron su tarea en el tercer turno del sábado 18 de febrero y no salieron más de la mina número ocho de la Unidad Pasta de Conchos, en Coahuila. Sabían del peligro en que se hallaban, tanto que habían previsto suspender sus labores a las cuatro de la mañana del domingo, en protesta por la inseguridad en que trabajaban. La muerte se les adelantó dos horas. Y sus cuerpos siguen sepultados allí, pues las tareas de rescate están suspendidas por la explosividad de los socavones, la misma que era conocida y había sido denunciada por las víctimas, según lo comunicaron a sus familiares.

Esa cara humana del conflicto muestra la pesadumbre de los deudos, cuyos ánimos oscilan entre la resignación y la furia, porque se han sentido manipulados por las empresas, Industrial Minera México y General de Hulla, patronas de los trabajadores sacrificados. Veinticinco de ellos pertenecían al sindicato minero, y 36 eran empleados por una empresa contratista, cuya operación era autorizada por el propio sindicato, que se hacía pagar la aminoración de su materia de trabajo. Los cuatro restantes eran miembros del personal de confianza. Los familiares de todos temen que el paso de los días conduzca a renunciar al rescate de los cuerpos, exigido por los parientes en una actitud que puede chocar con la conveniencia operativa y financiera del Grupo México.

Cuando la tragedia llegue a uno de sus extremos -la recuperación de los cadáveres o su ocultamiento entre escombros para siempre- la cara humana del conflicto no habrá concluido. Es que condiciones análogas a las que causaron la tragedia están presentes en otras minas de la región y en los pozos, una forma empeorada de la explotación del carbón y de las personas, realizada en tiros verticales sin protección alguna, donde los accidentes son frecuentes y pocas veces trascienden.

Durante la primera semana posterior a la tragedia, cuando se conservaba la esperanza de hallar con vida a los 65 mineros, de modo artero el Grupo México deslizó la información que haría evidente un problema interno en el sindicato, segunda cara del conflicto minero. Se trata de inconformidades contra la dirección sindical, a la que se acusa de malversar fondos propios de todos los mineros. Es paradójica la intervención del grupo empresarial en la difusión de ese descontento, porque su renuencia a cumplir una obligación contraída al...

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