Plaza Pública/ Cogobierno

AutorMiguel Angel Granados Chapa

Cuando el presidente Fox propuso al PRI -cuando lo visitaron por primera vez en su oficina Roberto Madrazo y Elba Esther Gordillo- cogobernar el cambio, la invitación entrañaba una contradicción. En cierto modo, equivalía a convidar al coyote a pernoctar en el gallinero. Los más rigurosos custodios de la inmovilidad política fueron los dirigentes del partido del Estado, pues de que nada cambiara derivaba su prosperidad personal e institucional.

En cambio, la misma invitación a que con él ejerzan el gobierno los poderes Legislativo y Judicial, así como el reconocimiento de sus limitaciones institucionales y políticas ("soy el primero en reconocer que no todas las metas que nos propusimos se han cumplido") implica reconocer la índole del momento político actual, caracterizado por la distribución del poder, que puede ser resultado venturoso y no lastre improductivo.

En más de una oportunidad el Ejecutivo elogió al Congreso. Mencionó el porcentaje que ha citado el secretario de Gobernación sobre la relación entre la Presidencia y las Cámaras: 65 por ciento, dos tercios, de las 57 iniciativas legales enviadas desde Los Pinos han sido aprobadas por el Legislativo. Es cierto que en el 35 por ciento que no fue admitido por el Congreso cuentan proyectos tan relevantes como algunos que integraron el paquete con que se quiso configurar la nueva hacienda pública distributiva. Hay que tener en cuenta la naturaleza y la trascendencia de las iniciativas frenadas, y no sólo su número, para que adquiera pleno sentido aquel porcentaje. De lo contrario, podríamos incurrir en la falacia de solazarnos con la plena salud del 99 por ciento de un cuerpo, cuando el corazón (el uno por ciento restante) es afectado por un infarto. No han sido banalidades las admitidas por el Congreso en contraste con textos torales rechazados. Lo cierto es que el Legislativo no ha asumido sistemática e intencionalmente prácticas obstructivas y dilatorias en perjuicio del Ejecutivo. La irritada proclama que insiste: "¡ya, dejen gobernar a Fox!", como si ocurriera lo contrario, no resiste el análisis, como los datos del propio Presidente lo muestran.

Con todo, hace falta incrementar la cooperación entre los dos poderes y a eso instó Fox. Hacerlo implica entablar diálogo con los grupos parlamentarios, así como con los partidos y los gobernadores, pues en todos esos factores se expresa la nueva distribución del poder. Desatender a cualquiera de ellos implica introducir desequilibrios que...

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