Plaza Pública / Aspirantes a senadores

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Sólo ocasionalmente el dedazo presidencial, en los tiempos de la dominación autoritaria priista, provocaba inconformidades. O mejor dicho, quizá las causaba siempre pero casi nunca se evidenciaba el descontento. Los aspirantes perdedores se atenían a la decisión adversa en espera de que en una decisión posterior la disciplina mostrada pudiera blandirse como una especie de vale donde consta un adeudo.

En cambio ahora, las decisiones en el PRI sobre candidaturas legislativas generan gran tensión, entre otros motivos porque no derivan de un foco central de poder, sino que resultan de negociaciones entre el candidato presidencial, el hombre fuerte de su partido, que actúa por encima de la dirección formal del mismo, y los gobernadores priistas. En las entidades donde gobiernan el PAN o el PRD Madrazo tiene márgenes más anchos para inducir la elección de los suyos. Pero en cambio pueden surgir problemas allí donde actuales o anteriores titulares del Ejecutivo local tienen una palabra que decir y esa palabra no coincide con la que se impulsa desde el centro.

Pensemos, por ejemplo, en la reacción que se atribuye al ex gobernador de Sinaloa Juan S. Millán, que habría amenazado con irse del PRI si prospera la candidatura de Francisco Labastida a senador de mayoría. Labastida mismo estuvo el año pasado a punto de marcharse del partido que lo postuló a la Presidencia en el 2000, y en las negociaciones con los más conspicuos antimadracistas, entre los que él se cuenta, se les ofrecieron posiciones que no pueden prometerse como cosa propia porque otros factores intervienen en su definición. Conforme a la fama que padece Madrazo, podría suponerse que aproveche la antigua discordia de Labastida y Millán para exclamar ante aquél la célebre expresión ruizcortinista (¡perdimos!) y de ese modo aparentar que cumplió su compromiso con el precandidato que lo derrotó en 1999 y al mismo tiempo no colocar a Millán en la tesitura de irse del partido.

Otro género de conflictos se presenta por ejemplo en Nuevo León. A pesar de que se admitió que las encuestas de opinión dieran la pauta para seleccionar a los candidatos a posiciones legislativas, el gobernador Natividad González Parás prefiere a sus cercanos Eloy Cantú e Ildefonso Guajardo para la fórmula senatorial, y no a Marcela Guerra y Benjamín Clariond, que aventajaron a aquellos en los sondeos.

En Hidalgo el eventual conflicto surge de la coalición formada por el PRI y el Partido Verde con gran ventaja para...

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