Plaza Pública/ Arraigo

AutorMiguel Angel Granados Chapa

El jueves pasado tal vez zumbaron intensamente los oídos de Oscar Espinosa Villarreal, dondequiera que se hallare. Una inocente creencia popular asegura que cuando se habla de una persona en ausencia, el interesado se entera al percibir un silbido en los oídos, en el derecho si se le trata bien en la conversación, en el izquierdo si es lo contrario. Funcionarios y periodistas hablaban del ex secretario de Turismo en la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal, donde inútilmente se le esperó para que dijera lo que a su derecho conviene en la averiguación iniciada en marzo pasado, por el presunto peculado de 420 millones de pesos, y concluyera así el estado de indefensión en que se halla, según su queja. Quizá se habló también de él esa misma mañana y al comenzar la tarde, en el avión presidencial y en el restaurante El Mirador, frente al remozado Alcázar de Chapultepec.

En la gira que el jueves realizó en Querétaro el presidente Zedillo, contó entre sus acompañantes su asesor para proyectos especiales, el ingeniero Gilberto Borja Navarrete, quien también quedó incluido en el pequeño grupo de invitados a comer en la cantina citada. Oportunidad hubo, o debió haber, para que se recordara el tiradero que Borja Navarrete halló en Nacional Financiera, cuando asumió la dirección de ése que fue el principal promotor financiero del desarrollo industrial del país, y que después de la gestión de Oscar Espinosa Villarreal quedó en virtual quiebra técnica.

La discreción y lealtad de Borja Navarrete le han impedido abundar en público sobre la situación. Tan grave era, sin embargo, que resolvió retirarse pronto de su cargo, con ocasión de un quebranto de salud, y acaso porque no percibió voluntad para escarbar hasta la raíz de lo ocurrido en Nafin, habida cuenta de que el principal responsable de su crisis no sólo no cayó en desgracia, sino que fue investido jefe del Gobierno del Distrito Federal, el último designado por el presidente de la República.

Pero el 3 de abril de 1995, en la privacidad de una sesión del consejo de administración de aquel banco de desarrollo, Borja Navarrete informó que "al haberse terminado la revisión de los 510 intermediarios financieros no bancarios con que operaba la institución, se confirmó que Nacional Financiera enfrenta una difícil situación financiera derivada de la agresiva derrama crediticia del sexenio pasado".

No era una reacción, de las que son frecuentes al comienzo de cada sexenio, en que los nuevos funcionarios ajustan cuentas con los del periodo anterior. Borja Navarrete y Espinosa Villarreal habían trabajado muy de cerca en los meses precedentes, durante la campaña electoral de Ernesto Zedillo, como secretario de finanzas del Comité Nacional priista Espinosa Villarreal; como responsable de las células empresariales que proveyeron fondos a ese partido Borja Navarrete, hasta poco tiempo atrás presidente de...

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