Plaza Pública / Ardiente primavera

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

Hoy comienza oficialmente la primavera, la estación en que la naturaleza y los amores florecen, debido a la suave temperatura que separa los rigores invernales del calor veraniego. Pero no sólo por el efecto invernadero, sino por las fricciones políticas y sociales (frotamientos que generan calor), parece que tendremos una primavera ardiente, según los anticipos de las semanas previas.

En torno al atentado sufrido el jueves por el gobernador José Murat se ha intensificado la confusión, al punto de que no parece excluible el autoataque (que nos parecía, el propio 18 de marzo, inverosímil, por el abultado riesgo de una develación que lo pusiera al descubierto), o acaso una conspiración desde dentro del gobierno de Murat en que él mismo fuera víctima no sólo de la agresión física sino de actos de deslealtad.

El gobernador contribuye a la confusión. No me refiero a su relato sobre lo acontecido. Colocado como blanco de un ataque a balazos, se comprende que no tenga claro lo que pasó, y que su versión difiera de la del jefe de su escolta, Manuel Moreno, él sí herido por los disparos. Me refiero a la confusión de Murat sobre las causas y consecuencias de la agresión. Oscila entre decir que es irresponsable atribuir el ataque a alguien antes de la investigación; y en señalar que el atentado provino de tal o cual fuente. A los enredos se agrega la ineficacia de sus colaboradores, y su locuacidad o mutismo, extremos reprensibles cuando se debe informar con veracidad.

El parabrisas del vehículo manejado por el gobernador recibió tres balazos, que causaron otras tantas perforaciones. Así consta en la fotografía tomada poco después y publicada en varios diarios, entre ellos Reforma, que la contrastó con otra tomada cuatro horas después, en que el parabrisas aparece estrellado. Al preguntar sobre la diferencia, la prensa descubrió que el vehículo quedó abandonado, fuera de control, durante un rato, descuido imperdonable en toda diligencia ministerial, y particularmente en una en que el gobernador del estado ha sido la víctima. Para colmar esa laguna de información, se incurrió en imprecisiones o mentiras. El director de la policía ministerial, Ricardo Dorantes, conjetura que el conductor de la grúa que arrastró al vehículo (que no debió ser movido del lugar de los hechos) causó ese daño, al golpear el parabrisas. Pero el responsable del manejo de las grúas asegura que ninguna de las dos con las que cuenta el ministerio público salió esa mañana de su lugar. Su dicho corresponde con el de un testigo que vio a una persona armada entrar en el vehículo y echarlo a andar.

En cuanto a la índole del ataque hay también discrepancias. No debe ser cierto que los agresores utilizaron armas AK-47, porque éstas disparan ráfagas, y el...

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