Plaza Pública/ Acción directa

AutorMiguel Angel Granados Chapa

DURANTE MAS DE 24 HORAS PERMANECIERON CErradas las carreteras entre México y Cuernavaca, la de paga y la libre. Interrumpieron el tránsito productores agrícolas de Morelos, que no encuentran respuesta a sus reclamos de indemnización por siniestros en sus tierras de cultivos. Cientos de vehículos quedaron varados en esos caminos, pues no recibieron a tiempo aviso del estrangulamiento; y otros muchos cumplieron sus viajes, o salieron del atolladero, dando vuelta hacia Oaxtepec o Cuautla.

Todos los días tenemos noticia de episodios semejantes, en que grupos muy diversos acuden a la acción directa: cerrando caminos, tomando oficinas, reteniendo a personas, para hacerse oír o para forzar la adopción de medidas cuya aplicación urge; o para evitar los efectos de otras que las afectan. El caso más sobresaliente en los meses últimos fue la cancelación del tránsito en carreteras próximas a San Salvador Atenco, pero menudean los acontecimientos de esa índole. Son generados por la más amplia variedad de motivos: desde la protesta electoral hasta el enojo por el alza en las tarifas eléctricas, desde la desatención de Pemex y la CFE ante problemas de contaminación ambiental hasta el incumplimiento de antiguas ofertas de tierra a comunidades desvalidas.

Se entiende que la desesperación conduzca a la acción directa. Pero no la justifica. Es verdad que no hemos transitado por completo a un género de relación entre gobernantes y gobernados de carácter republicano, en que la exigencia ciudadana encuentre correspondencia con la eficacia gubernativa. Pero no estamos ya, salvo contadas excepciones, en la época en que los azolvados canales de comunicación institucional forzaban a los afectados a expresarse fuera de esos canales. Los medios de información contribuyen a impedir el silenciamiento de demandas y alejan la posibilidad de acudir a medidas extremas, que con frecuencia se convierten en el comienzo de una espiral: cerrar caminos, por ejemplo, puede ser calificado de atentado a las vías generales de comunicación, un delito por cuya comisión se solicitan y expiden órdenes de aprehensión que en algún momento posterior, a veces con oportunidad política, se cumplen y causan, por ser o parecer provocaciones, nuevas protestas y así sucesivamente. Cuando se apela a la acción directa en repudio a las instituciones o por desconfianza a ellas, la sociedad comienza a bordear el terreno de la ingobernabilidad.

En el cierre de las carreteras a Cuernavaca, un acceso...

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