Plan Puebla-Panamá. La globalización al rescate.

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Resumen

Definido como el proyecto más importante del gobierno de Vicente Fox, el Plan Puebla-Panamá es planteado como la ruta más corta hacia el desarrollo de Mesoamérica, por tanto la suerte de la región -su reinserción en la economía global, su viabilidad económica, política y ecológica, el destino de sus recursos naturales, la suerte de millones de trabajadores y sus productos, sus tierras- podría pasar por los meandros de este proyecto.

Abstract

Plan Puebla Panama, which has been defined as the most important project of Vicente Fox's government, has been presented as the shortest route towards development in the region. Therefore, the fate of the region --its reintegration to the global economy, its economic, political and environmental feasibility, the end-use of its natural resources, the late of millions of if workers and products, its land-could depend on this project.

Introducción

Ni abajo ni arriba. En medio. Centroamérica es metáfora y paradoja de su geografía. Se encuentra, más que a la mitad, a medio camino: entre los sueños y promesas del Norte y las pesadillas cotidianas del Sur, entre la pobreza de sus habitantes y la riqueza de sus tierras, entre el desarrollo como promesa histórica y la dependencia como realidad geopolítica.

Olvidada durante años --tantos como gobiernos "democráticos" han desfilado con muy poco éxito por la región--, Centroamérica empieza a ponerse de moda. Esta vez no se trata de la guerrilla o de alguna catástrofe natural de nombre gringo, sino de la promesa globalizadora --o amenaza, según se quiera ver-- de rescatar a Centroamérica del subdesarrollo. Una vieja promesa con voz renovada, acaso pronunciada con el acento de los country managers.

Propuesto por el presidente Vicente Fox, y apoyado por los gobiernos de Guatemala, Belice, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Hondurasy Panamá, el Plan Puebla-Panamá (PPP) hace más de un año que comenzó su marcha: el 15 de junio del 2001, en San Salvador, los ocho mandatarios firmaron la carta de intención, con lo cual inició formalmente el Plan.

Definido como un "proyecto de desarrollo sustentable", el PPP incluye, por un lado, obras de infraestructura: construcción de carreteras, modernización de vías ferroviarias, puertos marítimos y aéreos, y, por el otro, estrategias de "combate a la pobreza" y políticas económicas, comerciales, fiscales que favorezcan la integración regional. Un proyecto que se propone "elevar la calidad de vida de los habitantes de la región", pero que, pese a sus buenas intenciones, en su muy corta existencia ha generado diversas reacciones. No hay sorpresa. Ya se esperaba que para lo que algunos es la oportunidad de abandonar los baldíos tercermundistas donde habitan millones de mexicanos y centroamericanos, para otros no sea sino una suerte de conspiración imperialista y globalizadora del Norte contra el Sur. En donde algunos encuentran la plataforma de despegue hacia el desarrollo "sostenido y sustentable", otros sólo vislumbran depredación y una inminente amenaza ecológica para la zona. Mientras sus promotores presentan el plan como una estrategia regional "autónoma", frente a la formación transnacional de bloques comerciales, sus detractores lo descalifican por su tufillo yanqui.

Como sea, a favor o en contra, parece que las razones sobran para unos y otros. Intencional o no, hasta ahora el PPP ha sido lo suficientemente amplio en sus aspiraciones y ambigüo en sus definiciones como para aportar argumentos suficientes en uno u otro sentidos.

En el fondo, y como parte de la hipótesis que conduce este ensayo, despunta el hecho de que el PPP es planteado desde ahora como un amplio espacio --de varios niveles-- de conflicto económico, geopolítico y social que involucra protagonistas e intereses no sólo disímiles y contrastantes sino opuestos, quizás irreconciliables. Por un lado, reúne a los actores hegemónicos de la región (grupos empresariales, la administración del presidente Fox, instituciones financieras internacionales y a distintos gobiernos, entre ellos, el del presidente Bush) y, por el otro, a los principales grupos críticos y antagónicos ante la globalización realmente existente (para ser más precisos, los "globalifóbicos": diversas organizaciones armadas, como el EZLN, EPR, ERPI, agrupaciones campesinas y ambientalistas, etc.), lo cual anticipa el choque de múltiples y contradictorios intereses y racionalidades: por ejemplo, el de los empresarios versus el de las organizaciones campesinas y ambientalistas, el del gobierno del presidente Fox en contraste con el de los zapatistas.

Por si fuera poco, y este supuesto completa la hipótesis, el Plan sostiene su noción, programa y estrategias de desarrollo en un discurso, el de la sustentabilidad, que domina (en términos de saber/poder, es decir, como política de gobierno y argumento "científico") la forma de entender, discutir, pensar y problematizar el medio ambiente.

A partir de este discurso, el poder convierte la relación entre el hombre y la naturaleza en un asunto de gobernabilidad: el grado de explotación de recursos hídricos, de especies endémicas, el control de la biodiversidad, el monopolio de la biotecnología, la "sustentabilidad" de proyectos económicos, pero también el consumo de energía y agua por habitante, la cantidad de desperdicio y contaminación que generamos y toleramos ... temas que son incorporados en una nueva agenda de seguridad nacional, debido a los potenciales riesgos que podrían generar para la gobernabilidad, por ejemplo, la escasez de agua, el abasto de energía eléctrica, las enfermedades derivadas de la contaminación, la apropiación y desarrollo de enclaves de biodiversidad, los efectos económicos y sociales provocados por los cambios de dieta de la población --producidos, por ejemplo, por el uso de granos y semillas transgénicas--, etcétera.

Esta nueva cara verde de la gobernabilidad --gobernabilidad ecológica-- (1) institucionaliza, a través del discurso ecológico, los espacios antes gobernados por el "equilibrio natural" y, en consecuencia, da forma y define los límites, riesgos, contenidos, potencialidades, tolerancia ..., de eso que entendemos por medio ambiente.

Desde luego, y no está de más recordarlo, la gobernabilidad ecológica a la que aludo no es ni puede ser entendida como una extensión de esa potestad del Estado nacional --que solíamos definir como soberanía-- sobre el territorio nacional y sus recursos. No es ni puede ser porque desde hace tiempo el Estado comparte, con el capital privado, el monopolio de diversas áreas otrora reservadas a la autoridad estatal (como la seguridad social, infraestructura, financiamiento de sectores sociales productivos, desarrollo de ciertas industrias estratégicas, etcétera). Por lo demás, la eficacia de ese poder del Estado no se define ya por su tamaño ni por su habilidad para mantener la cohesión alrededor de un discurso nacional, sino por su capacidad de gobierno, esto es, su eficacia política y económica para administrar el conflicto social, para exorcizar riesgos y contingencias comunes, para garantizar la gobernabilidad nacional y en esa medida contribuir a la del sistema mundial.

En suma, bajo nuevas coordenadas estratégicas --determinadas por la disponibilidad y distribución de recursos naturales y la aplicación de la tecnología sobre estos recursos, es decir, definidas a partir la biotecnología o ingeniería genética--, el PPP ordena los intereses hegemónicos de la región y, al mismo tiempo, se presenta ante los países y entidades de Mesoamérica como "el modelo de desarrollo" --económico, político y ecológico-- más viable para la zona.

Por tanto, conviene observar este proyecto en dos planos: como modelo globalizador (que pone en práctica el concepto de gobernabilidad ecológica a través de la apropiación político-científica de "lo ecológico") y como un escenario de desencuentro entre diversos actores sociales y políticos, locales e internacionales, que en su conjunto podrían determinar, en varios sentidos, el lugar del mundo subdesarrollado dentro de la globalización.

En consecuencia, este ensayo se propone explorar el Plan Puebla-Panamá en dos niveles. En el primero, se pretende dar cuenta de la multiplicidad de actores, racionalidades, estrategias e intereses que concurren en Mesoamérica (como espacio territorial y simbólico), asiento del PPP. En el segundo, la mira está puesta en analizar el "discurso ecológico" --oficial, por supuesto-- como una estrategia político-científica de control por parte del poder institucionalizado sobre los problemas actuales del medio ambiente.

En la mira de la globalización

Del maíz al transgénico, de Mesoamérica a "región Puebla-Panamá", la cintura de América como objeto histórico del deseo. Antes, después y ahora, sus recursos naturales y su posición geoestratégica han colocado a Mesoamérica como centro real y simbólico del continente. Asuntos de geografía pero también de historia, estrategia, intereses, geopolítica, pues.

Aquello que a mediados del siglo pasado Paul Kirchhoff --a partir de Clark Wissler y Eduard Seler-- dio el nombre de Mesoamérica y que intentaba abreviar en una sola expresión a aquellos pueblos indígenas en donde se cultivaba el maíz y se utilizaba la coa, hoy está en la mira de la globalización.

Las razones son las mismas, las de siempre: la alta Rentabilidad --en más de un sentido-- que ofrece la zona. Ya no se trata sólo del maíz y de la mano de obra barata --aunque ambos siguen siendo incentivos para el capital-- sino de las tierras que los prodigan, de la posición estratégica de sus puertos, de las posibilidades que ofrece la región para el desarrollo de la biotecnológica: el negocio del futuro en el presente ...

Mesoamérica, geografía de contrastes

Sin rodeos: 17 países concentran 70 por ciento de la biodiversidad de todo el planeta, y uno de ellos es México. En su conjunto, la región Puebla-Panamá se asienta sobre

uno de los patrimonios naturales de mayor valor en el mundo. [...] Algunos...

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