Los placeres de Kobe

AutorAnaline Cedillo

Enviada

KOBE, Japón.- Más te tardas en decir Kobe que tus papilas gustativas en salivar por los trozos de carne de las vacas que, se dice, son las más consentidas del mundo. Sin embargo, el puerto japonés reserva otras delicias para el paladar y el espíritu.

Situado al sur de la isla de Hounshu, en la región de Kansai, es reconocido por sus destilerías de sake, la milenaria bebida que se obtiene a partir de la fermentación de arroz yamada nishiki, cultivado en la región.

Visto desde la cubierta de un crucero, Kobe parece encaramado en el monte Rokko. La urbe fue una de las primeras en abrirse al comercio internacional tras el fin de la política de aislamiento, a mediados del siglo 19.

Desde entonces, esta joya de la Bahía de Osaka se precia de cosmopolita. No son pocos los viajeros japoneses que la visitan para acceder a una experiencia más cercana a occidente sin salir de su país.

A mediodía, como tantas embarcaciones que arriban durante el año, el crucero Sun Princess se acerca al puerto. Se trata de la primera parada de la ruta por Japón, Corea del Sur y Taiwán, que la naviera Princess Cruises estrenó este verano (y que ya tiene fechas programadas para 2014).

Decenas de pasajeros salen a la cubierta cámara en mano.

A lo lejos, una pequeña embarcación, cual ballena incansable, sigue al crucero lanzando chorros de agua como bienvenida. Gente desconocida se saluda, familiares y amigos se reconocen a la distancia. La banda de guerra comienza a tocar y una simpática japonesa comisionada para recibir a los visitantes, agita su mano enguantada y sonríe.

Los viajeros salen del barco ansiosos por devorar la ciudad. Algunos, como parte de un recorrido guiado, toman un autobús hacia la productora-museo de Hakutsuru Sake, una de las más reconocidas de Japón, para conocer el proceso de elaboración de la bebida.

A bordo, la guía Junko Yoshida rápidamente conecta a los viajeros con el puerto al que llegó justo un año después del Gran Terremoto de Hanshin, en 1995.

"No tenía miedo de venir", afirma tajantemente. Aún después de años su montaña le sigue pareciendo irresistible.

Aunque invisibles, las cicatrices del terremoto están ahí. Esa madrugada del 17 de enero, la sacudida que duró sólo 20 segundos cobró la vida de más de 5 mil personas y tocó a miles más, como reflejan los personajes de la serie de cuentos Después del terremoto, de Haruki...

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