Los placeres y los días / El tiempo de los asesinos

AutorAndrés de Luna

En México la razón está por los suelos. La "cultura zombie", así denominada por Alain Finkielkraut, es la que florece gracias a la violencia. Un casino es quemado en Monterrey y los ejecutores hacen su labor sin preocupaciones de ninguna índole. Serenos, hasta calmos, los muestra la cámara del lugar. Poco después están a disposición de las autoridades, son jóvenes, uno de apenas 18 años. Lugartenientes de Los Zetas, estos hombres obedecieron órdenes que eran un escándalo. ¿Quién puede realizar una misión semejante? Resulta obvio que los tipos fueron enviados con la promesa de un pago, siempre miserable, para conseguir un fin aterrador. ¿Qué pasaba por la cabeza de estos personajes mientras vaciaban los bidones de gasolina y prendían fuego a un lugar con asistentes y trabajadores del casino? ¿Es posible llevar a cabo una acción sin el menor asomo de conciencia? Estos sujetos viven en la transparencia de la nada, carecen de pasado y de porvenir, el presente es un chispazo que los abruma. Son el resultado de un país que ha cultivado la delincuencia en aras de una política mediocre, mal encauzada y sin posibilidades de solución. Si se observa el fenómeno en sus dimensiones mayúsculas, esos hombres, "carne de cañón" sin más, aparecen difusos, sin rostro y sin cuerpo. El problema está en que un sector, ahora significativo en números, está enrolado en la delincuencia organizada y la sociedad, a la colma con declaraciones insensatas del gobierno, está a la deriva. ¿Cuál es el resultado? Un conjunto de seres estúpidos que acatan...

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