Los placeres y los días / Figuras de cera

AutorAndrés de Luna

El museo de cera formó parte de la imaginación infantil. Figuras de hombres célebres compartían con las más exitosas de asesinos y monstruos; presencias, estas últimas, posibles gracias al talento y el imaginario de sus realizadores. Madame Tussaud se encontró con una mina de oro al lograr un realismo excelso en esas esculturas revestidas con trajes ambientados según la época; incluso, es seguro que el Museo Tussaud, de Londres, sea la galería de mayor fama internacional, y que a pesar de algún incendio el espacio mantenga la curiosidad de sus visitantes. Se sabe que la señora que da nombre a varios museos en el globo, tuvo un momento de auge durante la Revolución Francesa: su habilidad para esculpir rostros de aristócratas decapitados la convirtió en celebridad instantánea, lo mismo que al pintor y dibujante Jean Louis David. La nota necrofílica era su razón de ser.

Ya en tiempos modernos, en París el Grevin es otra de las instituciones dedicadas a las figuras de cera, lo mismo que el Colón de Madrid, en el que se representa, con todo y su carga mórbida, la cornada mortal en el ojo al torero Manolo Granero. Niños y adultos gozan con el espectáculo de la fama, buena y mala, de los personajes que están a la vista de todos. En el Wax, de Hollywood, las presencias dominantes son...

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