Ping pong

AutorAlberto Barranco Chavarría

La gran pregunta es si la resolución de la Comisión Federal de Competencia ordenando la disolución de Cintra, la controladora de Aeroméxico, Mexicana de Aviación y filiales anexas, le pondrá punto final al vaivén de las empresas aéreas en sus saltos del sector público al privado vía rescates, licitaciones, convenios de excepción... o intervenciones encubiertas ante la evidencia de malos manejos de sus directivos.

La última carambola, como recordará usted, llevó la mayoría del capital a manos del Gobierno, al rescatar el Instituto para la Protección del Ahorro Bancario la participación de un grupo de bancos que a su vez habían capitalizado parte de adeudos pendientes de pago.

El cochinito se fue llenando en el afán público de limpiar las intermediarias financieras en la antesala de su asunción por el capital extranjero.

Así, el antecedente del IPAB, es decir el Fobaproa, se quedaría con el 18 por ciento que ostentaba el Banco Mexicano al asumir su control el español Santander/BCH. Así cuando, en una de las más controvertidas operaciones realizadas al fragor de la crisis de pagos del país que estalló en 1995, el canadiense Nova Scotia Bank se volvió administrador de Inverlat adquiriendo obligaciones convertibles a 5 años por las que le pagarían jugosos intereses...

Así cuando el Citibank, en otra polémica transacción, se adueñó del banco bueno de Confia.

Y así, finalmente, cuando el banco inglés Hong Kong Shangai coqueteaba con Serfin para la inaudita operación de compra de un paquete equivalente al 19.3 por ciento del capital, con garantía del Gobierno de regresarle el valor íntegro de su inversión más los intereses correspondientes si las circunstancias no le eran favorables... como finalmente ocurrió.

Ahora que la participación oficial en Cintra se hizo mayor aún al integrar el 14 por ciento de Mexicana de Aviación que había quedado pendiente desde su privatización en 1992, además de las acciones que en ambas líneas había acumulado Nacional Financiera, en paralelo a los porcentajes capitalizados o simplemente dejados en prenda por adeudos pendientes, que mantenían media docena de bancos intervenidos más, con énfasis en Banorte y Banpaís.

El Gobierno, pues, había recuperado las empresas que le había vendido una al grupo Xabre de los hermanos Pablo e Israel Brener Brener, y otro a un conjunto de inversionistas en materia de seguros, cuya cabeza era Gerado de Prevoisin... por más que los bancos eran los últimos dueños de la mayoría...

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