'Tengo los pies en la tierra'

AutorIsrael Sánchez

Una tarde calurosa, un viaje en carretera y una familia que, al borde de la calamidad, se va desquebrajando poco a poco.

Con esta escena, el escritor belga Bart Moeyaert (Brujas, 1964) introduce al lector en su más reciente novela: El Amor que no Entendemos (SM), donde narra, para el público juvenil, la zozobra de la disfuncionalidad y los conflictos familiares, así como la resiliencia misma ante ello.

"Es una historia sobre permanecer juntos, (sobre el reconocimiento de) que todas las personas cometen errores. Una historia para creer en la fuerza de la familia, y sobre la conexión que ésta representa. También sobre tener confianza en los hermanos, estar conectado con ellos, y tener que cuidarse unos a otros", relata el autor.

Todo esto plasmado en una breve pero cabal historia de tres capítulos en donde una madre no repara en priorizar su propia felicidad al lado de un hombre por encima de las atenciones a sus cuatro hijos, quienes hacen lo posible por mantener no sólo la cohesión, sino la cordura misma, ante esa maternidad ausente, irresponsable y desinteresada.

Si bien Moeyaert, autor de Manos Desnudas y La Creación, ha escrito antes sobre las propias vicisitudes en su familia -donde es el más joven de siete hermanos-, en esta ocasión cuenta que no se trata de una obra biográfica, aunque sí están presentes varias inquietudes personales.

"Todas las cosas que estaba dudando sobre la relación que tengo actualmente: si debería permanecer con mi pareja, sobre qué es el amor, qué es una relación de larga distancia, cómo hacemos para quedarnos con una pareja y por qué no tenemos varias. Todas esas cosas están en el libro", detalla.

Fue con la autobiografía Duet met valse noten (1983) -devenida en best seller y long seller- con la que un jovencísimo Moeyaert de 18 años, quien había estudiado humanidades artísticas en Gante y neerlandés, alemán e historia en Bruselas, hizo su debut literario.

El primer éxito de una carrera que se impuso a las diferencias familiares que el autor sostenía con su padre, quien quería verlo dedicado a la docencia.

"Le dije a mi padre que no iba a ser maestro, y él dijo: 'No, no, no. Vendrás a vivir en casa, encontré un trabajo para ti. Te convertirás en maestro, y ya después puedes escribir tus historias'.

"Fui a casa, tuvimos un pleito de tres semanas, y luego dije: 'hasta aquí'. Tomé algo de dinero para empezar mi vida, y mi padre dijo a uno de mis hermanos: 'Regresará en tres meses'", recuerda.

Su orgullo lo...

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