Se pierden por segunda vez

AutorRafael Aviña

El éxito de un filme efectista y tramposo como lo era El Proyecto de la Bruja de Blair (99) radicaba en su capacidad para colocarse en una línea divisoria que separaba el miedo y la locura de esos hechos tangibles y publicitados por los medios cuya explicación escapa a toda lógica. Es decir, invirtiendo la frontera entre la representación y la realidad para convertir la paranoia de ficción en un asunto de terror colectivo invocando pavores ancestrales en una sociedad alimentada por el miedo y el morbo creado por esa cultura de la nota roja y el periodismo tabloide.

Todo era ficticio pero nunca se hacía referencia a ese hecho. La ficción recurre a una artimaña muy simple: representa o actúa la cotidianidad e intenta hacerla excepcional e interesante destacando las situaciones extremas. De hecho, la ficción crea un mundo distinto y paralelo al real adaptando los elementos cotidianos a los diversos géneros, como es el caso del horror. A ello contribuía su formato realizado en el más puro estilo del cine documental y el reportaje filmado. La paranoia es ante todo un supremo acto de fe.

Por desgracia, la secuela titulada La Bruja de Blair 2 (Blair Witch 2: Book of Shadows, 00) deja al descubierto el débil esqueleto de un proyecto pretensioso y torpe incapaz de sostener la premisa que lo nutre: la histeria colectiva. Una paranoia de grupo que involucra no sólo a los habitantes del remoto pueblo de Burkittsville, sino a un grupo de irresponsables mozalbetes que intentan adentrarse en los terrenos de locura de una supuesta bruja, que en esta secuela ha sido indultada de los crímenes de siete niños, asesinatos atribuidos ahora a un supuesto asesino en serie durante los años 40 (¡al menos pónganse de acuerdo!).

Caos, confusión, absurdos, histrionismo desatado, excesos visuales y el mismo tour de force protagonizado por varias cámaras de video, verdaderas protagonistas de un relato tan ingenuo y mal planteado que hace ver a su infame predecesora como una pequeña joya. A diferencia de la original, la campaña promocional que inició meses antes de su estreno, principalmente vía internet, ha sido dejada de lado para insistir en los resortes del miedo y esa frontera invisible que separa la ficción de la realidad. El arranque ofrece un rápido montaje que pasa revista a una serie de comentaristas de TV --de dudosa reputación por cierto-- que analizan el fenómeno de El Proyecto de la Bruja de Blair y la extraña popularidad que el pequeño poblado de Maryland...

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