Pierden la fe (IV)

La mañana del 23 de agosto del 2013 el celular de Leticia sonó. Era una llamada de Miguel Ángel Mancera y tenía noticias muy importantes para ella.

"A mí me llamó Miguel Ángel Mancera, me dijo que en un operativo en busca de armas habían encontrado una fosa con cuerpos".

Un operativo por delitos contra la salud y acopio de armas llevó a elementos de la entonces Procuraduría General de la República a una fosa en el rancho La Negra en Tlalmanalco, Estado de México y los límites con Puebla.

Los cuidadores del predio César Rodolfo Pérez Velázquez y Manuel Jiménez Rodríguez, dijeron a la Policía que se trataba de los jóvenes secuestrados en el Heavens.

Los cadáveres estaban enterrados a una profundidad de 6 metros. Estaban decapitados y cubiertos con cal y asbesto, ocultos bajo una gruesa capa de cemento.

Un grupo de familiares se trasladó hasta Tlalmanalco, en donde no lograron pasar el cerco de las autoridades; durante horas, bajo el sol y la lluvia, los deudos esperaban noticias que jamás les dieron, cayó la noche y se retiraron de ese Municipio, en el Estado de México, para acudir a la PGR.

Los cuerpos estaban completamente deshechos, a pesar de que apenas habían pasado tres meses, los restos parecía que tenían años de haber sido enterrados.

Funcionarios de la PGR indicaron que los jóvenes habrían muerto por asfixia, y al momento del hallazgo tenían entre 80 y 90 días de haber fallecido.

La duda se despejó en menos de 24 horas, con la confronta del ADN de algunos de los cadáveres.

Con la información del resultado de las pruebas, el Procurador Ríos salió a ofrecer una conferencia de prensa. Flanqueado por sus colaboradores, repitió con voz titubeante lo que familiares de los jóvenes se habían enterado minutos antes por la PGR: "encontramos los cuerpos".

"Hijo de la chingada (el Procurador capitalino) ni nos avisó, ayer nos trajo como pendejas, 'ay, yo les voy a avisar, ustedes van a ser las primeras', ¡hijo de la chingada!", exclamó Julieta González, mamá de Jennifer Robles.

A Ríos, detallaron los presentes a la reunión, se le veía agobiado detrás de su postura institucional. En ningún momento ofreció disculpas por no haber rescatado a los muchachos con vida.

"Estaba inseguro de lo que iba a decirnos, siempre tenían que estarle 'soplando' el Subprocurador y el Jefe (de la PDI) Peralta, fue algo ridículo y a más de una nos pasó la idea de decirle sus verdades, porque nos falló a todos", contó Eugenia Ponce, tía de Jerzy Ortiz.

Y así salió a...

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