Piedra de Toque / Razones para una alianza

AutorMario Vargas Llosa

Si las fuerzas políticas que representan Alan García, del APRA, o Lourdes Flores, de Unidad Nacional, no se unen, cualquiera de ellos que quede finalista será derrotado por el militar que reivindica como mentores y modelos al comandante venezolano Hugo Chávez y al desaparecido dictador del Perú general Juan Velasco Alvarado.

La victoria de Ollanta Humala sería una catástrofe para el Perú y para América Latina, una regresión brutal, en un continente que parecía en vías de democratización, hacia las peores plagas de nuestro pasado: el caudillismo, el militarismo, el populismo y el autoritarismo.

El 30% de peruanos que han votado por él en la primera vuelta, en verdad han votado, en su gran mayoría, por un mito antiguo y mentiroso como todos los mitos: el de un redentor miliciano, un hombre fuerte e implacable que hará funcionar a latigazos a la caótica sociedad peruana como un riguroso cuartel, zambullendo en la cárcel a todos los corruptos, vaciando las calles de los ladrones, violadores, secuestradores y pillos de toda calaña que hoy las vuelven tan inseguras, recuperando para el Perú todas las empresas que hoy enriquecen a los extranjeros, y gobernando en favor de los pobres en vez de hacerlo para los ricos como han hecho todos sus antecesores en el poder.

El paraíso espera a los humillados y explotados después de ese baño de despotismo, botas y chovinismo patriotero.

¿Cuántas veces hemos oído semejante cantilena que justificaba el que se abriera las puertas del gobierno a quien, apenas aupado en él, se convertiría en un dictadorzuelo, arruinaría al país y lo dejaría más pobre, más corrompido, más enconado y desquiciado que como lo encontró?

Esa es la historia del general Velasco Alvarado y la pandilla de militares que destrozaron el Perú entre 1968 y 1980 y esa será la que los venezolanos contarán de Hugo Chávez cuando se libren de su demagogia y sus locuras y comiencen la ardua tarea de reconstruir de su democracia.

Para que el Perú no se hunda una vez más en la ciénaga del autoritarismo militarista que representa Ollanta Humala no hay otro camino que una alianza inmediata, de gobierno, sin siquiera esperar los resultados definitivos de la primera vuelta electoral, entre Alan García y Lourdes Flores y las fuerzas políticas que los respaldan.

Lo digo sin la menor alegría, como saben todos los que conocen mis críticas a lo que fue el desastroso Gobierno de Alan García entre 1985 y 1990.

Pero, a estas alturas del partido, lo que debe primar...

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