Piedra de Toque / La lengua oculta

AutorMario Vargas Llosa

¿Cuál fue el aporte principal de España a Hispanoamérica, cuando la descubrió y conquistó? A esta pregunta los creyentes responden que la Iglesia católica, Cristo, la verdadera religión. Los evangélicos, tan numerosos ahora en el nuevo continente, aunque discrepando algo, probablemente terminarían aceptando esta respuesta. Los no creyentes, como el que esto escribe, responderíamos que, sin la menor duda, ese aporte principal ha sido la lengua, el castellano o español que reemplazó a las mil quinientas (que algunos lingüistas extienden hasta 4 o 5 mil) lenguas, dialectos y vocabularios que hablaban en América del Sur las tribus, pueblos e imperios. Como no se entendían, vivieron muchos siglos entregados al pasatiempo de entrematarse.

Murieron por la espada y la pólvora muchos indios y buen número de españoles en aquellos siglos convulsos, en que España llenó América de iglesias, ciudades, conventos, universidades y doctrineros, y en el que millares de familias españolas se avecindaron en las nuevas tierras, donde han dejado larga descendencia. Muchos latinoamericanos nos sentimos orgullosos de ser herederos de esos humildes españoles, analfabetos muchos de ellos, que provenían de todos los pueblecitos de la península.

El español prendió muy pronto en todas partes, unificando culturalmente de un extremo a otro el nuevo continente, y esa lengua ha tenido desde entonces la suerte -sin que gobierno alguno la impulsara, entre la desidia general de todas las autoridades-, por su dinamismo interno, la claridad y sencillez de sus formas y de su conjugación, así como por su vocación de universalidad, de irse expandiendo por el mundo hasta ser hablada hoy en día en los cinco continentes por unos 600 millones de personas y de tener en un solo país, los Estados Unidos de América, donde es la segunda lengua viva, cerca de 50 millones de hispanohablantes.

Una lengua no es sólo un medio de comunicación; es una cultura, una historia, una literatura, unas creencias y experiencias acumuladas, que fueron impregnando las palabras que la componen y llenándolas de ideas, de imágenes, de costumbres, y, por supuesto, de logros científicos. La implantación del español nos trajo a los hispanoamericanos Grecia y Roma, Cervantes, Shakespeare, Molière, Goethe, Dante, y las instituciones que a lo largo de su trayectoria crearon Europa Occidental. Ahora son tan nuestras como de España. Y en buena hora. Lo más importante de todo aquello son las instituciones que...

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