PIEDRA DE TOQUE / Esa Juana de Arco Liberal

AutorMario Vargas Llosa

La pregunta llegó a sus oídos y, desde entonces, en todos estos años -los de su extraordinaria carrera y, también, los de nuestra amistad- cada vez que la he visto, Esperanza Aguirre me ha recordado aquella anécdota. ¿Por qué Juana de Arco? Porque defender, como ella lo hacía, el liberalismo, me pareció entonces la manera más rápida de precipitarse en la hoguera del desprestigio y la ruina.

Que me equivocara de manera tan garrafal, muestra los altos méritos de Esperanza Aguirre, que, ante la sorpresa general, acaba de anunciar su renuncia a la Presidencia de la Comunidad de Madrid y su retiro de la vida política. No sólo ha sido uno de los escasos políticos de convicción de estos años en España; también, uno de los más populares, que más elecciones ha ganado y que, en todos los cargos que ha ejercido -concejala, senadora, ministra, Presidenta del Senado y Presidenta de la Comunidad-, ha conseguido impulsar más medidas y reformas de corte liberal, gracias a las cuales la provinciana capital de España de hace tres decenios es la metrópoli de hoy día y la región más próspera, menos endeudada, una verdadera potencia industrial y la de vida cultural más rica y diversificada de todo el país.La vamos a echar mucho de menos. Todos. Los que, como yo, la admirábamos y nos hubiera gustado verla llegar a la Presidencia del Gobierno, convencidos de que, con ella al frente, jamás se hubiera hundido España en una crisis como la que hoy padece, y también sus adversarios, a los que deja hoy en la orfandad, sin tener alguien a quien odiar y atacar con la saña con que se encarnizaron contra ella (ayudados a veces por los micrófonos indiscretos), que se les enfrentaba sin complejos de inferioridad, respondiendo a los insultos con ideas, sin perder nunca las buenas formas y derrotándolos siempre en las urnas.

Esperanza Aguirre libró en todos estos años un doble combate. Contra una izquierda dura, dogmática y vanidosa que se creía dueña no sólo de la verdad ideológica, sino también de la compasión, de la solidaridad y de la "justicia social" y contra una derecha conservadora y ultra, acomplejada y acobardada frente a la izquierda, desconfiada del mercado y la apertura económica, favorable al rentismo y con más intereses que convicciones y principios. Ninguna de estas dos fuerzas pudieron derrotarla pero le hicieron la vida difícil, muy difícil, y la obligaron muchas veces a hacer verdaderos prodigios de táctica política -simulacros y fintas de concesiones...

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