PIEDRA DE TOQUE / La casa de Dostoievski

AutorMario Vargas Llosa

La última casa en que vivió, y donde murió en 1881 meses antes de cumplir los sesenta años, entre la Perspectiva Kuznechny y la antigua calle Yamskaya, ahora llamada Dostoievski, cumple con todos estos requisitos y, mientras el visitante la recorre, puede oír doblar a las campanas de la vecina iglesia ortodoxa de Vladimir, convocando a los fieles.

Esta zona de San Petersburgo, conocida como el "barrio de los mercados", está ahora llena de chechenos y otros forasteros pobres y, por esa razón, se la considera riesgosa para los turistas. Cuando yo visité esta casa por primera vez, hace cuarenta años, el lugar era más bien triste y solitario, muy distinto de lo que es ahora, bullicioso, popular, promiscuo, muy vital. No existía aún el Museo donde se han reconstruido los seis cuartos a los que Fíodor Dostoievski y Anna Grigorievna, con sus hijos Liubov y Fíodor, se mudaron en octubre de 1878 huyendo del apartamento donde había muerto el pequeño Alexei, una de las tragedias que más hizo sufrir al atormentado autor de Los demonios.

Es una casa modesta, aunque menos ascética que las anteriores, e incluso hasta con algunos lujos, como el juego de tazas de té de porcelana que luce una de las alacenas y el confortable inglés del escritorio donde Dostoievski podía echarse a descansar un rato en medio de las interminables y afiebradas sesiones nocturnas en que escribía, en estado de trance casi siempre, Los hermanos Karamazov, una de sus obras maestras. Alcanzó a verla publicada exactamente un mes antes de morir. Estaba ya muy enfermo. La casa se halla en el segundo piso y, cada vez que subía, el ilustre inquilino tenía que pararse un rato, en el descanso de la escalera, para recuperar el aliento. El médico le había prohibido fumar, pero él sólo respetaba la prohibición durante el día; en la noche fumaba sin descanso mientras escribía y ahí está todavía, sobre su mesa de trabajo, la cajita de cigarrillos que liaba con sus manos nerviosas mientras iba releyendo las cuartillas recién escritas.

A fines de enero de 1881 tuvo la primera hemorragia de garganta. Pidió a su mujer que le leyera uno de sus pasajes preferidos en el ejemplar de la Biblia que llevaba siempre consigo desde que se lo regalaron las mujeres de los "decembristas", treinta y un años atrás, en la estación de Tobolsk, cuando pasó por allí, como convicto, rumbo a su exilio de cuatro años en Siberia. Anna era su segunda esposa, veinticinco años menor que él. Llevaban once años de casados y...

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