Pianista se lleva la noche

AutorAlejandro Fernández

Crítico Musical

Para el tercer concierto de la temporada, el maestro Félix Carrasco refrendó sus dos éxitos inmediatos anteriores y ofreció como número central el debut con la orquesta del pianista ruso Boris Berman.

Conocido en el ámbito local por su participación en los festivales pianísticos de Sala Beethoven, Berman demostró el jueves, una vez más, la altura que posee como artista.

El concierto para piano y orquesta de Brahms es considerado como uno de los más importantes y difíciles del repertorio.

Obra maestra musical, propone para el intérprete una enorme exigencia técnica y física.

Por otra parte, la importancia que el autor atribuye a la orquesta lo sitúa como un concierto de alcance sinfónico. Es una obra grande, totalmente romántica y una muestra de la madurez del compositor.

Poseedor de todas las cualidades para ejecutar esta retadora obra, Berman se llevó la noche. Desde el inicio, su ejecución estuvo poseída de una particular elocuencia, de un óptimo y calculado manejo del sonido, pero sobre todo de una sincera expresividad.

Sus primeros dos movimientos tuvieron una admirable combinación de virtuosismo y musicalidad para luego dar paso al hermosísimo Andante en el que mostró la profundidad y vehemencia de su vena lírica. Cuánta emotividad y elegancia obtuvo en su diálogo con el chelo, a cargo de Temenoujka Ostreva, tan inspirada como su colega.

El final fue simplemente espléndido, como si se tratara de un encore en el que el solista recoge lo que ha sembrado.

El maestro Carrasco conoce este concierto y le dio la calidad que merecía.

Brahms recibió un trato perfecto. Fueron 45 minutos...

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